TCton frecuencia viajo a Cantabria, que es una región que conozco bastante porque es la tierra de alguien cercano a mí. Suelo ir acompañado de una mujer cántabra, que es mi mujer, y de una hija que tiene quince años, a la que conozco en un cincuenta por ciento, o sea, que de cien mentirijillas le pillo cincuenta.

Siempre me llevo para allá cosas de acá que sé que serán apreciadas. A veces cargo con algún lomo de Arroyo de la Luz que se mezcla en la maleta con un chorizo de Piornal; y de propina en el mismo lote coloco, si es Navidad, un turroncito de Castuera. Otras veces avío una torta del Casar, de las que más atufan, que son las que mejor saben; y pimentón de la Vera con ese colorcito rojo apagao que tanto se enciende en el fogón. No suelo olvidarme de las roscas de alfajor, rellenas de miel acaramelada; ni de las mantecosas perrunillas; ni mucho menos de las pastas almendradas del Convento de San Pablo, que están de muerte divina. No, no me olvido tampoco de los dulces licores de cereza y frambuesa del Valle del Jerte. No dejo a un lado cualquier vino de la Ribera de Guadiana, ni de Cañamero, ni, por supuesto, a sus hermanos bastardos de la Sierra de Gata y de Montánchez.

Mi maleta va repleta de deudas tangibles, porque cada vez que voy a Cantabria me traigo de allí sus mejores manjares, que son muchos por cierto --aparte de su carismático presidente Revilla--.

Ya digo, a veces esto y otras veces lo otro.

Pero lo que nunca falta en el maletero de mi coche son las tradicionales patatas fritas de Cáceres de toda la vida El Gallo , porque en Cantabria son muy apreciadas --sé por amigos viajeros que también las demandan con insistencia en otras tierras de España--. Parece mentira que algo tan sencillo y elemental como una patata frita pueda llegar a ser una vianda tan extraordinaria --"llenan el plato/ con la repetición de la abundancia/ y sabrosa sencillez de la tierra", escribió Pablo Neruda . Y digo también que no sería mala idea que se hiciera empresa fuera de la ciudad con estas patatas, porque manita por aquí y manita por allá algunos las estamos exportando a modo de promoción y en otros lugares la patatita sabe muy rica.

Si Pablo Neruda levantara la cabeza le diría al vate de Isla Negra: Pruébemelas, don Pablo, ya verá, purita poesía en unas sencillas patatas fritas.

*Pintor