Hace varios años vino a darnos un curso un experto en medios de comunicación a periodistas de la tierra y soltó algo así como que lo importante para la prensa regional era aquello que ocurría a la puerta de casa, que por tanto a la hora de conformar las páginas de los periódicos debíamos apostar más por un herido grave en Cáceres o en Badajoz que por decenas de fallecidos en un lugar remoto del mundo. Un veterano periodista, de los fraguados en las redacciones de antaño donde se cortaban o se hacían líneas como quien se toma un café, levantó la vista por encima de sus gafas de presbicia y sentenció: «Este va a venir ahora a descubrir la pólvora».

Pues algo parecido me ha pasado estos días con la información que publicaba el New York Times sobre la crisis del PSOE en España cuando decía que «pase lo que pase ya, con la turbulencia que vive el PSOE, Mariano Rajoy va a salir fortalecido». En efecto: han venido a descubrir la pólvora porque todos sabíamos ya que Rajoy tenía desde hacía varios días el camino más despejado a La Moncloa, que dimitiera Pedro Sánchez o no, su partido estaba más cerca del poder bien a través de la abstención, bien por medio de unas terceras elecciones.

El viernes pasado este periódico publicaba en primera página el titular: «Bochorno socialista» y es que, tuviera razón quien aguanta atrincherado en la sede del PSOE o la tuvieran los asaltantes a la misma para impedir el gobierno que pretendía con Podemos y los independentistas, lo cierto es que la imagen de la calle Ferraz de ese día --y de ayer mismo-- no es que rozara el esperpento, pareciera más bien que todos los actores intervinientes se hubieran vuelto locos por una guerra fratricida por el poder.

Interrupciones constantes, urnas de quita y pon, ejecutivas cesadas o dimitidas, amenazas de mociones de censura a un comité federal, gritos de fascistas a legendarios militantes, lágrimas, acusaciones de golpes de estado... En fin, toda una amalgama de imágenes que pasarán a la historia como el ‘no es no’ del propio Sánchez, el ‘aquí mando yo’ de la andaluza Verónica Pérez o el ‘fuera golpistas del partido socialista’ gritado ayer a coro por muchos frente a la sede del partido.

Un veterano dirigente del PSOE en Extremadura, con peso importante y no precisamente alineado con la tesis de Fernández Vara, me decía el jueves: «Se tienen que ir los dos» en referencia a Pedro Sánchez y Susana Díaz. Y es cierto. La salida provisional será la de una gestora, pero el protagonismo futuro tiene que partir de una generación nueva y, por supuesto, no contaminada que coja las riendas de este partido tan importante para el futuro de España. Porque el PSOE está herido de muerte, encallado entre el PP y Podemos y sin salida visible que lo devuelva a la situación anterior si no es de la mano de una dirección de consenso capaz de coser los dos bandos (que no bandas) totalmente enfrentados.

El daño ya está hecho y el callejón sin salida al que ha ido el partido no tiene retorno al menos de forma inmediata. Porque se había llegado a un punto en que ya no era buena ni la abstención, ni el intento de conformar un gobierno alternativo, ni por supuesto unas terceras elecciones donde el PSOE podría rozar la insignificancia como ha ocurrido en Galicia. Porque había un error de partida en ambos bandos y era pensar que el partido no era nada sin sus órganos de dirección o no era nada sin su militancia; de verdad no es nada sin el apoyo de las urnas y la ciudadanía, hombres y mujeres que quieren que haya debate en un partido que se presupone progresista, pero nunca lucha ni alboroto hasta el punto de generar vergüenza ajena.

Lo dicho. Ni en sus mejores sueños hubiera previsto Rajoy un escenario como este, con un enemigo cayendo por un precipicio y esperando que alguien le eche una cuerda que le salve. Un partido envuelto en la corrupción como es el PP, con todo un otoño e invierno llenos de idas y venidas al juzgado, apenas se estaba viendo resentido. El jueves Blesa en el banquillo no ocupó casi espacio mediático con los focos puestos en Ferraz. Rato el martes no tendrá ya la misma suerte.

Puede que finalmente el caos del PSOE haya tocado fondo y la salida de Pedro Sánchez y su equipo suponga el renacer de un partido que con el tiempo llegue a convertirse en lo que fue. Todo depende de los cimientos que ahora se pongan y ahí el consenso juega un papel más que fundamental.