XLxa decisión de Cáceres de optar a ser elegida Capital Cultural Europea en el año 2016 es probablemente la tarea de mayor alcance y trascendencia que nos hayamos propuesto los extremeños desde hace muchos años. Las repercusiones sociales, culturales, económicas y políticas que pueden esperarse son incalculables. Ningún acontecimiento como este podrá propiciar un salto cuantitativo y cualitativo de tal magnitud. De ahí la necesidad de que hagamos las cosas bien.

Una campaña para lograr la denominación ya se sabe que cuenta con la programación de actos de diversa naturaleza, conciertos, simposios, congresos, teatros y exposiciones de mayor o menor calidad que suelen acaparar una parte sustanciosa de los presupuestos. Sin embargo no debe ser lo primero ni lo principal que debamos aclarar. La cuestión principal consiste en poner de manifiesto los objetivos que nos proponemos alcanzar. Porque la materialidad de la campaña cambiará de contenidos en función de los objetivos que nos marquemos. La tarea primordial, por lo tanto, consiste en decidir qué es lo que buscamos con la capitalidad cultural. ¿Pretendemos completar la red de infraestructuras? ¿El objetivo consiste en dar a conocer la Ciudad Monumental? ¿Buscamos la promoción del turismo? ¿Deseamos incorporarnos al mundo de la empresa y en qué ramas?

Tras la decisiva intervención de la Junta de Extremadura ha quedado claro que este no es un proyecto exclusivo de una ciudad sino de toda la región. De manera que es necesario diseñar unas actuaciones que conduzcan a que las sinergias a las que dará lugar propicien el conocimiento universal de nuestras riquezas naturales y culturales y propicien el desarrollo de Extremadura. Esto supone que en los órganos competentes deben estar representados empresarios, instituciones, colectivos culturales y sociales y personas de toda la región, que es necesaria su aportación económica y que será preciso programar actividades en diversos lugares. Sería deseable, pues, que la difusión de Cáceres 2016 fuera enmarcada en la región y los eventos que tengan lugar en cualquier ciudad de Extremadura aludieran al acontecimiento.

No obstante hay un protagonista, que no es otro que la ciudad de Cáceres, y por lo tanto es imprescindible que aclaremos lo que la ciudad busca con la denominación. ¿Se trata de transmitir una herencia cultural o de incorporarse a la modernidad? ¿Queremos ser los guardianes de las esencias ancestrales o mostrarnos como una ciudad de nuestros tiempos? ¿Nuestro modelo de desarrollo es exclusivamente al turismo o tenemos más alcance? ¿Qué infraestructuras debemos acometer? ¿Solamente las culturales?

La ocasión se presenta propicia para cerrar la red viaria. Parece que en el momento del evento estarán acabadas las vías de comunicación más demandadas, autovía 630 y Trujillo-Cáceres y el AVE. Bueno será que se insista en ello por si acaso. Un gran regalo nos haría la Junta de Extremadura si reconsiderara su postura frente a la autovía Badajoz-Cáceres, dados los beneficios que para ambas ciudades y los pueblos de sus alrededores puede suponer este acontecimiento. De manera que solamente quedaría pendiente el aeropuerto, lo que no parece posible, y discutiblemente necesario, en mucho tiempo. Pero puede ser también una ocasión para intervenir en la red viaria entre todos los pueblos de la región ya de por sí bastante mejorada en los últimos años. No menos importante sería la reapertura de la vía férrea de la Ruta de la Plata. La decisión de la Junta de crear un lobby es un paso primordial. Ya he dicho hace días que será necesario comprometer a los extremeños de la diáspora, cuyas influencias y aportaciones serán de gran importancia. Y sobre todo habrá que conceder un papel protagonista a la Universidad de Extremadura porque será una garantía de calidad y de universalidad. Porque será necesario vender la idea en todo el mundo. Aún falta la figura del director, coordinador o comisario, que parece imprescindible y que requerirá el consenso de los políticos, pues no se trata de un proyecto del que deba apropiarse ningún partido.

Esta es la ocasión de demostrar el poder y los valores extremeños. Para ello es necesario que se diseñe un proyecto ilusionante y del que podamos sentirnos orgullosos. Materia prima tenemos pues no existen muchas ciudades que puedan presentar una región regalada con una naturaleza tan variada y sorprendente y engalanada por un rosario de monumentos tan admirables. Si fuera así quizás, y aunque sea por una vez, no iríamos de pobres y por lo tanto las aportaciones económicas desbordarían las previsiones, siempre tan pesimistas por aquí, aunque solamente fuera por interés, pues probablemente nunca invertiremos el dinero con mayores expectativas de rentabilidad como ahora. Pero, sobre todo, nos permitiría ir con la cabeza alta, sabiendo que podemos hacer las cosas tan bien como los demás y seguros de nuestras posibilidades, porque no estamos vendiendo baratijas sino calidad.

*Profesor