Contradiciendo el dicho popular, la cara ya no es el espejo del alma. Hay caras que son un perfecto camuflaje y no reflejan lo que esconde el corazón. Hay caras que sólo son máscaras que ocultan la verdadera personalidad de su dueño.

Si la cara fuera el espejo del alma, Luis Roldán no hubiera engañado a tanta gente; los pederastas no abusarían de tantos niños y Luis Bárcenas y Jaime Matas no nos hubieran escandalizado y sorprendido con una retahíla de presuntos delitos.

Entre nosotros hay lobos disfrazados de mansos corderos. Entre nosotros hay zorros al cuidado de las gallinas. Entre nosotros hay maridos ejemplares que maltratan o matan a sus parejas. Entre nosotros hay ladrones cuidando las haciendas. Entre nosotros hay individuos con mucha cara y poca alma. Entre nosotros hay personas sin escrúpulos, dignidad y decencia; pero sólo por sus obras los conoceréis.

Pedro Serrano Martínez **

Correo electrónico