El anuncio de que el fondo de capital riesgo portugués Megafinance Partners ha lanzado una oferta de 100 millones de euros para comprar a Nueva Rumasa la empresa extremeña Carcesa, Cacaolat y Elgorriaga añade nuevas incertidumbres al futuro de las fábricas de Mérida, Don Benito y Montijo. Máxime cuando Megafinance es una firma ajena al sector agroalimentario y sus socios en esta aventura son algunos exdirectivos de Nueva Rumasa y operadores lusos, italianos y franceses, aún no identificados. Esto ocurre en un momento en que el grupo extremeño formado por Acopaex, Tomates del Guadiana y Avante acaba de tomar el control de Carcesa, tras inyectar 6 millones de euros. A priori, su proyecto de comprar la sociedad y mejorar su errática gestión parece coherente. Carcesa, actualmente en concurso de acreedores, tiene dos activos de gran valor: sus marcas (Apis y Fruco, presentes en la práctica totalidad de hogares del país) y su plantilla (especializada y experimentada). Durante medio siglo, distintos propietarios han dilapidado esa solidez, especialmente en la etapa de gestión de los Ruiz Mateos, que han aprovechado los euros y las fortalezas de Carcesa para tapar otras carencias de su entramado empresarial. A falta de conocer detalles de la oferta portuguesa, parece que es el momento de que las empresas extremeñas que ahora gestionan Carcesa, las tres de reconocida solvencia (no hay que olvidar que los administradores judiciales han recurrido a ellas para solucionar la crisis) se hagan con la propiedad del gigante agroalimentario extremeño y que Apis y Fruco sean 100% extremeñas.