TLtlamamos carnavales a algo que a lo mejor no lo es del todo. Yo creo que los carnavales responden hoy, a una manifestación carnavalera, que esto sí me parece más real. O sea manifestarse con un disfraz, que es algo que además hacemos constantemente. Los llamados carnavales merecen una reflexión. Merecerían primero un referéndum. Algo que se sale un poco de los cauces naturales, necesita en una sociedad civilizada una reflexión y un referéndum, y sobre todo necesita saber qué carnavales necesitamos. Traer por traer a gentes fuera de su origen, para hacer una manifestación disfrazado, pide una introspección, y hasta un análisis. Me parece estupendo que en una época del año haya unas murgas que hagan como de conciencia analítica del año que ha pasado. Esta es la raíz del carnaval de Cádiz, y sus letras o letrillas forman parte del acerbo cultural de España. La de Cádiz son admirables porque no sólo responden a su tiempo, sino que además tienen una calidad innegable. Hasta aquí nada que objetar. Pero el carnaval cutre que deambula por la ciudad, como es el caso de Badajoz, según me cuentan queriendo hacer de vientre en el hall del Casino de Badajoz, esto la verdad me cuesta creerlo. Emborracharse porque es carnaval, igualmente me parece deleznable. Ya sé que es difícil de controlar, pero al menos pienso que se deberían poner límites, sobre todo a los que vienen de fuera a manifestarse y no les importa dejar la ciudad como si hubiera pasado por ella el caballo de Atila. Pienso que el museo tantas veces pedido sería una forma de encauzarlo, y que el propio carnaval se exija a sí mismo la belleza. Río de Janeiro tiene un carnaval pero también están los sambódromos donde éstos se celebran. El todo vale, no vale.

*Escritor