La vía de agua que la ineficiente gestión de la catástrofe ecológica del Prestige abrió en la imagen del Gobierno de Aznar no sólo dio lugar a una inusual laboriosidad del Ejecutivo español en las fiestas navideñas, sino que va a condicionar el semestre político. Con la hegemonía hipotecada en las encuestas por primera vez, el PP se esfuerza en recuperar la iniciativa política perdida cara a las elecciones municipales y autonómicas de mayo, primera cita del carrusel electoral que debe concluir en el 2004 con el sucesor de Aznar.

Lo perentorio de la situación para el PP queda de manifiesto con las propuestas desempolvadas para dar mayor rigor y severidad a la delincuencia terrorista y común en su faceta penitenciaria. Proyectos de ley y orden, discutibles en sus límites constitucionales, que Aznar quiere aprobar con o sin apoyo de la oposición a pesar de que tiene sendos pactos con los socialistas en ambas materias.

La crispación electoral maleará las formas y se adueñará del escenario, donde el Gobierno sigue de oposición de la oposición fuera y dentro del Parlamento, en el que ni siquiera se han debatido en pleno el desastre del Prestige o la posición de España en la crisis de Irak.