WCw on focos de resistencia activos en varios lugares, Muamar Gadafi en paradero desconocido y el poder en manos de una coalición de lo más variopinta cuya consistencia está todavía por demostrar, Trípoli se ha convertido en meta de una carrera para ver quién llega antes a la capital libia. El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, fue el primero en anunciar su visita a la capital, pero Nicolas Sarkozy y David Cameron le han ganado por un cuerpo sobre el terreno y se han llevado el premio de ser recibidos como héroes. Libia tiene una única industria, la del petróleo, prácticamente paralizada desde el inicio de la revuelta. La medida del verdadero éxito del levantamiento contra Gadafi será la capacidad de las nuevas autoridades de volver a poner en marcha esta fuente de ingresos, algo en lo que todos los clientes de Libia --y son muchos-- también están interesados.

Francia y el Reino Unido, que han sido los artífices de la operación de la OTAN ---con Estados Unidos en la retaguardia--, consideran que merecen un tratamiento especial.

También está dispuesto a concederles este privilegio el líder del Consejo Nacional de Transición, Mustafá Abdel Jalil. La legitimidad inicial de la misión ya resultó dañada cuando sobre la marcha se cambió su objetivo (de protección de la población civil se pasó al cambio de régimen) y Francia, además, rompió el embargo de armas. Ahora la carrera hacia Trípoli irradia la peor señal que se podía dar.