No me refiero a la carrera docente, me refiero a la carrerilla con la que Celaá, quiere recibir aportaciones a su documento de consulta pública sobre la reversión de la Lomce en tiempo exprés, 15 días, fiestas de guardar incluidas, pero bien incluidas, teniendo en cuenta que empezó el 26 de octubre y acaba el 11 de noviembre, es decir, el día del terror, Halloween, los santos y el de los ya fallecidos, como el pacto educativo. Pero no se preocupe, cuando usted lea estas líneas todavía le quedará tres días para arreglar el sistema educativo español en su conjunto. Ánimo.

Lo curioso del documento es que se haya expuesto a consulta pública mucho antes que el diagnóstico del sistema educativo que debiera haber acompañado al mismo, o al menos previamente publicado. También es curioso que los sindicatos, los únicos que legalmente pueden negociar una evaluación del profesorado, se hayan enterado de la propuesta, por cierto, sin propuesta, por los medios de comunicación, o en un foro.

Que la Lomce no gustaba a nadie es tan cierto como que el sucesor del padre de la criatura, Wert, tuvo que dejar algunos aspectos en suspenso. Al que suscribe tampoco le hacía gracia, pero menos gracia me hace, que se quiera articular una ley educativa para revertir la Lomce «a la carrera», en menos de un año, y aprovechando la coyuntura política para ver si la dejo antes de irme por si acaso.

Lo siento señora ministra, ni en quince días se resuelve el sistema educativo, ni en un año se cambia una ley de educación, bueno, poder se puede, deber no se debe. Resucitar el pacto educativo es posible, como bien dice, aunque curioso salga de aquellos que lo mataron, y nunca es tarde para rectificar si el muerto sale vivo, el problema es que el vivo no va a ser el muerto, va a ser otra vez, como lo era la Lomce con la LOE, una modificación de artículos de ésta, sin pacto ni acuerdo, ni consenso que dure hasta que cambie el signo político, sin atajar verdaderamente los problemas de la educación. Es el mismo error de siempre pero a la carrera, porque al menos otros, de un bando o de otro estuvieron cuatro años mínimos.

Por si fuera poco, ya no solo es modificar una ley, se quiere crear una profesión docente, pero una profesión docente, señora ministra, no es solo la evaluación del profesorado, es algo más, acceso, formación inicial, evaluación, etcétera, y esto no puede ni debe estar fuera de un estatuto docente. Las prisas son malas consejeras y en Educación se puede hacer muchas cosas, la primera la homologación salarial, y esa no necesita de consulta pública, ni tiempo, basta con querer mejorar la educación mejorando las condiciones de sus docentes, que por cierto también así se constata en todos los estudios realizados.

Profesión docente, evaluación, carrera profesional, Estatuto y ley de educación se merecen ir paso a paso sin prisas, porque nuestros alumnos y profesores sí se merecen una «carrera», de verdad, no su carrera para las próximas elecciones.