TDtice el diccionario que un carrusel es un espectáculo en el que varios jinetes ejecutan vistosas evoluciones. La operación policial contra la pornografía infantil, en la que se ha detenido a ciento veintiuna personas, por tener y distribuir material pedófilo en la red, también se ha llamado operación carrusel . Pero las vistosas evoluciones de sus autores solo han sido repugnantes y cobardes acciones de agresión y dolor contra unos niños.

Nuevamente, los detenidos son todos hombres, sus edades oscilan entre los treinta y uno y los cuarenta años, las profesiones cubren un amplio abanico que van desde conserjes a pilotos comerciales, pasando por funcionarios, informáticos, etcétera. En su inmensa mayoría respetables padres de familia. Incluso dos de los detenidos elaboraron los vídeos con niños de su propio entorno familiar y, al parecer, incluso los agentes de la Brigada de Investigación Tecnológica, bregados ya en estas vomitivas imágenes, han considerado los videos de "extrema dureza" por las agresiones a los menores. El dilema que se plantea es la libertad de la Red.

Internet se ha convertido en el más fantástico vehículo de comunicación planetaria. Ni las dictaduras pueden controlar la libertad de expresión de los blogs que escapan por las costuras de la Red a la censura. Pero los pederastas, los pedófilos, han encontrado también, en esta casa de la libertad, su nicho para sus aficiones execrables. Porque, para que ellos puedan intercambiar esos archivos, que cualquier ser humano normal sería incapaz de contemplar, un niño o una niña ha sido violado, agredido, humillado, maltratado y lesionado sicológicamente de por vida. Solo por el placer de un depravado que luego, como los liberados de ETA, lleva una vida de ciudadano normal que paga sus impuestos, y defiende su respetabilidad.

El dramático asesinato de la niña Mari Luz , el fracaso de la justicia en la persecución de un pederasta reincidente ha llevado a los dos grandes partidos a un principio de acuerdo en la necesidad de reformar el Código Penal para elevar las penas en las conductas de abuso a menores. La alarma y la indignación social que causan estas conductas aconseja no posponer mucho la modificación legal, dado que las unidades de la Guardia Civil especializadas en detectar este tipo de delitos de pornografía infantil en la Red están desbordadas. No hay que legislar en caliente, pero tampoco perder el tiempo.