Mi nombre es Jesús Domínguez Cuesta, nacido en Tornavacas (Valle del Jerte), provincia de Cáceres. No sé si usted conoce personalmente el Valle del Jerte; ese valle tan maravilloso que miles de personas visitan en las fiestas del Cerezo en Flor y en distintos momentos del año por su belleza incomparable.

Desde Barco de Avila hasta el límite de provincias, se arregló cuando una señora ministra formaba parte del Gobierno de nuestro país. Mi deseo actualmente es que usted, señor ministro, hubiera nacido, residido y trabajado aquí para que se enterara de las horrorosas penurias que venimos padeciendo día tras día en el tramo de la N-110 entre Navaconcejo y el Puerto Tornavacas. No se imagina la cantidad de accidentes, atascos, y toda clase de riesgos con sus correspondientes enfados, anomalías y cabreos (porque como le digo es un camino de cabras), se producen a lo largo de estos kilómetros continuamente.

Dudo que los alcaldes de la mancomunidad se atrevan a comunicarse con usted por esa lamentable anulación de la reforma en esta red viaria, pero al ser mi cometido el de salvar vidas, bien que lo siento, porque si dicha reforma se llevara a cabo, además de ayudar a la economía de este frondoso Valle del Jerte, nos ayudaría de manera importante a salvar más vidas.

Los extremeños, señor ministro, también pagamos nuestros impuestos y le exigimos a la administración los mismos derechos que puedan corresponder a otras autonomías.

Estimado ministro, no soy del PP ni del PSOE, solamente soy tornavaqueño, afincado en Cáceres y defensor a ultranzas de nuestra querida Extremadura, y lo hago desde mi pequeña y modesta parcela de profesional y a la vez voluntario de causas nobles. A veces, los extremeños somos tan buenos que nos pisan desde el propio Gobierno central y le damos las gracias por el detalle. Aun siendo ricos de corazón y generosos con los demás, llegamos a convertirnos en los más grandes sufridores del territorio patrio.

Sé que a muchos extremeños les gustaría expresarse sobre este tema pero no se atreven. Es como si continuáramos, igual que siempre, siendo Extremadura la gran olvidada de España.

Le invito personalmente a visitar el Valle del Jerte para que conozca, in situ, la inmensa hermosura que atesora, sus ricas cerezas, su bellísimo paisaje, sus ríos y fuentes, sus gargantas y lagos de agua cristalina y principalmente a su gente extraordinaria. Seguro que al paso por el tramo que he referido al principio, posiblemente nos marearemos.

Quedo a su entera disposición en esta preciosa Extremadura donde acogemos al mundo entero con los brazos abiertos.

Desde Extremadura para toda España y Europa.

Jesús Domínguez Cuesta **

Cáceres