Hoy he estado allí, escuchando las lecturas y sacando tarjeta roja al maltratador (sobre todo a ti) mientras me colocaba las gafas, porque igual que todas las noches mis ojos se empezaban a poner vidriosos y las lágrimas empezaban a correr por mis mejillas, con lo que tuve que coger el cochecito de mis hijas y marcharme de allí intentando no llamar la atención. Mientras, por mi mente pasaba la idea de subir las escaleras y gritar: ¡"Soy maltratada¡". Pero qué ilusa, pensé. "Yo lo que soy es una cobarde". Porque dime qué pasaría al día siguiente con esas palabras de "te vas a enterar"; esas voces, esos insultos.

Qué cobardía la mía de permitir y consentir que una persona, una lacra social como tú, haya convertido mi alegría en tristeza; mis aspiraciones en un "no vales para nada"; mis ilusiones en un "jamás los conseguirás" y meter en mi mente el miedo de todos los días. Envidio a todas aquellas chicas --y chicos, que también los hay-- que se han atrevido a gritarlo. Ellas y ellos sí son valientes y para ellos mi aplauso. No es fácil enfrentarse a gente como vosotros. Yo por ahora no tengo opciones. Sabes que aquí no tengo a nada ni a nadie y de eso te aprovechas. Pero voy a decirte que intentaré sacar fuerzas para volver a ser la de antes y lo voy a seguir intentando por dos personitas que son las que me hacen levantarme cada mañana con la ilusión de decirme a mí misma y comenzar el día gritando en mi interior: ¡Hoy se acabó¡

Desde aquí quiero dar las gracias a todos los que me han dado ánimos y me han escuchado: a la Casa de la Mujer, a las asistentas sociales Inma y Nani; a mi médico de cabecera, el doctor Mangas; a mi única amiga que tengo aquí, Laura; a Pepe Mirasierra; a mi psicóloga Fátima Candela Maeztu. ´¡Gracias, sin ustedes sería peor!´. Y, cómo no, a mis dos niñas (tuyas no, porque tu indiferencia hacia ellas es evidente). Ellas son el pilar de mi vida y las que me hacen sonreír todos los días.

Como ves ya he dado dos pasos hacia delante: una, escribir estas líneas en el periódico sobre lo poco hombre que eres. Y otra sacarte una tarjeta roja. Aunque sé que soy incapaz de acabar aún con mi silencio sé que mañana (por hoy), 25 de noviembre, Día Internacional contra la violencia hacia las mujeres, es otro paso más. Quizás algún día me atreva a dar el paso final.

N.H.I. **

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