LA POSTURA SOCIALISTA

El problema catalán

José Flores Téllez // Profesor de Historia de Mérida

Menos en las primeras elecciones de la democracia, he votado siempre al PSOE en todas las demás, aunque nunca he estado de acuerdo al 100% con su política, lógicamente.

Pero en estos momentos estoy muy confundido con la actitud que está teniendo ese partido --«mi partido», aunque no soy militante-- en la cuestión catalana. Si se tiene sentido de Estado hay que estar apoyando al Gobierno en estos críticos momentos, no se puede tener una actitud ambigua, actitud que no ha tenido un grupo de profesores de universidad, entre los que se encuentran tres amigos míos. Y a esos tres amigos, a los que conozco bien, no se les puede tachar de antidemócratas, ni mucho menos de franquistas. ¿Habrase visto tamaña desvergüenza? Estos profesores, a cuyo manifiesto me uno, dicen textualmente: «requerimos al Gobierno para que, como poder ejecutivo, haga uso de la fuerza legítima que al Estado le corresponde en exclusiva, de tal manera que las resoluciones judiciales no caigan en el vacío con el consiguiente daño para el Estado de Derecho». También le piden al Gobierno «que no duden en recurrir a todos los medios constitucionales sin excepción». Muy bien dicho. El Estado se caracteriza porque en última instancia puede y debe utilizar la fuerza, aunque es evidente que hay que agotar previamente todas las vías pacíficas. Ahora mismo no es el momento de dialogar sino de demostrar firmeza, la misma que demuestran los independentistas. Con la legalidad y con la Constitución no se juega. El diálogo debe llegar a partir del dos de octubre.

¿Quiere esto decir que los firmantes de este manifiesto son partidarios de la utilización del ejército --garante de la unidad de España-- para solventar el problema catalán? Estoy seguro de que no desean tal cosa en absoluto, no sólo por convicción sino porque eso es lo que quieren que ocurra los independentistas, ver al ejército en la Gran Vía de Barcelona. Pero sí quieren decir que el Estado, nuestro Estado democrático, a pesar de lo que ladran algunos, tiene que responder de manera proporcional al desafío independentista con todos sus resortes.

No estoy de acuerdo en cómo Rajoy --que también es mi presidente-- ha llevado este asunto en el pasado (ni Zapatero, recuerden eso de que «apoyaré la reforma del Estatuto de Cataluña que apruebe el Parlamento de Cataluña», ni el que hablaba catalán en la intimidad), pero creo que en estos momentos el gobierno lo está haciendo bien porque está usando las medidas proporcionales a cada movimiento que hace el Govern.

Esgrimen constantemente los independentistas la idea de que poner las urnas no debe ser punible. En principio, la idea parece lógica y democrática, pero ¿consentiría una Cataluña independiente que los tarraconenses hicieran un referéndum para independizarse o unirse al resto de España?

La última perla de Puigdemont: «El Gobierno ha sobrepasado la línea roja que le separaba de los regímenes autoritarios y represivos». ¡Qué desvergüenza! ¿Usted no ha sobrepasado ninguna?

Lo dicho, señores del PSOE: apoyen sin fisuras al Gobierno en este asunto, aunque algunos votos se les vayan a Podemos. Eso se llama sentido de Estado.