EL DIÁLOGO

Cataluña: un problema político y social

Eduardo M. Ortega Martín // Granada

Desde antaño este fenómeno independentista no es algo nuevo y cada uno se posiciona de un lado u otro. La ley está clara, pero lo que no queda tan claro son los políticos fotocopia que nos dirigen que no tienen iniciativa, y que son incapaces de dialogar, ni reformar una Constitución Española con consenso, (repensar el Estado autonómico) donde quepan todos los españoles. El señor Rajoy y su Gobierno demuestran la impotencia para controlar y resolver de manera pacífica y sin uso de la fuerza de este conflicto, nadie les quita la razón, pero su incapacidad de diálogo y acuerdo es manifiesta. No tienen capacidad integradora, ni están a la altura del problema y sus circunstancias, ni por supuesto carisma político alguno para ello.

APELAR A LA SERENIDAD

Obsesión independentista

Pedro Serrano // Valladolid

Los sentimientos no son malos ni buenos en sí mismos. Solo se vuelven dañinos y peligrosos cuando se llevan al extremo, cuando se convierten en obsesiones. Y la obsesión, definida como el estado de la persona que tiene en la mente una idea fija y se encuentra dominado por ella, se convierte en un problema para quien la padece y para quienes sufren las consecuencias de dicha alteración anímica.

Y es que, no olvidemos que las obsesiones administradas adecuadamente a una sociedad débil pueden terminar siendo tan contagiosas como la peste. Y esa peste obsesiva es la que de una u otra forma rige el mundo en el que convivimos. Hay sobrados ejemplos catastróficos en la historia de la humanidad de obsesiones individuales y colectivas.

De modo que, apelemos a la serenidad y a la razón y confiemos en que la obsesión independentista de los dirigentes catalanes actuales y el contagio social producido por estos no termine engrosando los hechos lamentables de la historia.

LA VERDAD

Embuste récord

María Faes // Madrid

El embustero redomado no puede defenderse sino diciendo que es el otro el que miente. Puigdemont acusa al Gobierno de mentir al decir que envía más policías a Cataluña para controlar las manifestaciones, «porque éstas son pacíficas». Pero ahí están las imágenes que muestran el asedio callejero de los secesionistas a la Guardia Civil, y el estado en que quedaron sus vehículos así como cuando ésta tuvo que disparar al aire ante la inminencia de agresión física de los violentos. Por supuesto, Puigdemont no se dirige ya a ninguna persona sensata, sino sólo a los secesionistas fanatizados, cuya fe ciega les permite creen lo contrario de lo que ven.