CONFLICTO CATALÁN

El imperio de la ley

Luis Durán // Profesor

Corría el año 399 antes de Cristo cuando un ciudadano ateniense, injustamente condenado a muerte, llamado Sócrates, después de un sereno debate rechazaba con argumentos intachables la dudosa oferta de su amigo Critón para poder escapar de la cárcel. ¿Por qué? Vivimos tiempos de crisis institucional y de descrédito de la política. La separación de poderes parece estar en entredicho. El consenso de 1978 parece haber tocado fondo. Pero la ley prevalece y el Estado es el instrumento para hacerla cumplir. A pesar de la crisis política, el Estado español es fuerte, y todos deberíamos hacernos a la idea de que sin ley no puede existir libertad política de ninguna de las maneras. Esto es lo que supo el ciudadano Sócrates y la razón última por la que Critón tuvo que retirar su indecente propuesta de evasión. La ley es un principio demasiado abstracto como para ser amado en un país de emociones viscerales que ciegan la inteligencia política de unos ciudadanos que dicen no «sentirse» concernidos por la nacionalidad que registra su carnet de identidad. Pero a estos ciudadanos hay que enseñarles que no hay ningún sentimiento, por legítimo que sea, que justifique políticamente la acción de unos golpistas que han intentado alcanzar sus objetivos al margen de los cauces legales que marca la ley. Un romanticismo político de emboscados enemigos de la civilización se impone hoy como anomia social y desobediencia civil. Contra ese romanticismo debe imponerse otra religión, la religión de la razón que graba con letras de fuego en el corazón de los hombres que, para que no reine la del más fuerte, es preciso elevar el imperio de la ley por encima, incluso, de la representación del elector y de la separación de poderes, como el pilar inamovible de una sociedad completamente decente y democrática.

JUBILADOS

Una lucha justa

Alejandro Cerón // Jubilado

Si el Gobierno cumpliera el artículo 50 de la Constitución y si la oposición ayudara a cumplirlo, los jubilados estarían en casa tranquilos y no en las calles luchando por sus derechos. Si no se respetan estos derechos, yo no veo solución ni de presente ni de futuro. Si los políticos quieren seguir gobernando deberían cambiar alguna cosa, ya que los jubilados representan una gran parte de la población que puede modificar los resultados en las urnas. Y mientras las cosas no cambien, estoy seguro de que nadie podrá frenar la lucha de los jubilados y seguirán batallando por sus derechos. Y si las cosas no cambian, ya se encargarán ellos de que cambien.