EMPLEO

Permanente conexión digital al trabajo

Andrés Moreno // Relaciones Públicas

Si le dijéramos a nuestra familia que tras finalizar nuestra jornada laboral diaria de ocho horas, nos obligan a quedarnos en la oficina durante una hora más, de forma no remunerada, posiblemente nos mirarían incrédulos y extrañados. Todo cambiaría si en su lugar, al llegar a casa, les decimos que debemos contestar unas llamadas y enviar unos correos electrónicos del trabajo antes de la cena, acción que verían más normal, pero que viene a ser exactamente lo mismo.

Según un estudio de la consultoría Ipsos, el 65% de los trabajadores españoles trabaja fuera del horario laboral de forma no remunerada. Acción que implica superar la jornada máxima diaria y una conexión permanente al trabajo que, lejos de ser productiva, degenera en una situación de estrés y malestar, tanto en el ámbito profesional como en el personal. Existen empresas que consideran necesaria esa conexión permanente para el desarrollo empresarial y se le impone al trabajador esa disponibilidad total como una obligación, pasando por alto los artículos 34 y 35 del Estatuto del Trabajador que de forma resumida indican que «los empleados tienen derecho a no atender ni llamadas ni mensajes fuera de la jornada laboral a menos que computen como horas extraordinarias y se coticen». La acuciante precariedad laboral, el miedo a perder el puesto de trabajo y la desinformación del propio empleado son los principales factores que favorecen la aceptación de esta jornada fuera de horario, haciendo que la desconexión digital laboral se convierta en una utopía y que el número de afectados por estrés laboral vaya en aumento año tras año.

En Francia, ya existe una normativa específica que regula ese derecho. Ya va siendo hora de que en España tomemos ejemplo de nuestro país vecino.

CATALANA Y ESPAÑOLA

No me etiqueten

Nieves Navarro // Holanda

Me siento catalana porque aquí nací. Me siento española porque admiro a Cervantes y a Serrat. Me siento holandesa porque mi sueldo viene de allí. Mi corazón se sobrecoge cuando cualquier país, devastado por un terremoto, un tsunami o un atentado, ansía emerger. Dios, si fue él quien creó este mundo, no creo que lo hiciera para que pusiéramos muros ni barreras entre nosotros. ¿Cuándo, dónde, y por qué empezó todo? Personajillos de reparto se creen protagonistas de la historia y en su delirio piensan que sus todos, somos todos. En su intolerable arrogancia y superioridad solo está su verdad. La tuya, guárdatela.