ENSEÑANZA

12 de octubre NO, Halloween SÍ

Luis Javier López Fuentes // Cáceres

En circunstancias normales, la escuela suele difundir la cultura y las tradiciones de un país. Entre sus muchas obligaciones está la de transmitir ese bagaje a las futuras generaciones. Sin embargo, en la escuela de ahora, la ignorancia o el sectarismo de sus maestros y maestras lo impiden. Se suele acusar a la escuela por estar de espaldas a los problemas de nuestra sociedad. En este caso parece que la culpabilidad está bien fundada. El pasado jueves 11 de octubre muchos alumnos salieron de sus aulas sin saber el motivo por el cual al día siguiente no había que ir a clase. Nuestros hijos e hijas salieron de sus colegios sin saber nada del descubrimiento de América, las 3 carabelas, Cristóbal Colón, Rodrigo de Triana o la reina Isabel la Católica. Hay una creencia entre el profesorado que piensa que la celebración del 12 de Octubre es una fiesta rancia, franquista y trasnochada. Esos maestros y maestras ignoran que durante la II República Española la fiesta del 12 de octubre era festejada con el nombre del Día de la Raza. ¡Menudo nombre si se lo pusiesen ahora! Estoy seguro que aquellos maestros, republicanos, laicos, de izquierdas y por encima de todo, MAESTROS por su sólida formación cultural, difundirían aquella fecha como un acontecimiento digno de enseñar a sus alumnos. El 12 de octubre para una gran mayoría del profesorado de la escuela de hoy es un día para no ir a trabajar y un puente más en el calendario. Ya se pueden ir preparando ustedes cuando llegue el final de este mes. Entonces nuestras escuelas se lanzarán sin pudor a esa fiesta importada de Halloween. Asistiremos a una orgía de decoración de cierto mal gusto, a un consumismo desaforado y a un ímpetu entre el profesorado para subirse al carro del cachondeo, la jarana, el carnaval otoñal y sobre todo para zafarse del trabajo en el aula. Resultado: 12 de octubre NO, Halloween SÍ. ¡ Qué pena!

REFLEXIÓN

Dar el salto

Ángel Serrano // Plasencia

Hacer puenting es divertido y excitante, pero antes de lanzarse hay que asegurarse de algunas cosas: que la decisión de lanzarse sea libre, que la longitud de la cuerda sea más corta que la distancia hasta el suelo, que esta misma cuerda y el arnés al que vas sujeto sean de calidad irrompible, que te puedan descolgar después y, sobre todo, tener confianza en quien te da estas explicaciones de seguridad. Normas de sentido común, ¿verdad? Pues, si somos inteligentes, esto se debe aplicar a cualquier actividad en la vida real.