REIVINDICACIONES

La manifestación

Ángel Morillo Triviño // Castuera (Badajoz)

Voy a iniciar este humilde escrito con dos citas que me parecen idóneas. Perdón si yerro- para empezar a hablar de manifestación.

La primera es de William Faulkner: «Una de las cosas más tristes es que lo único que un hombre puede hacer durante ocho horas, día tras día, es trabajar». Por supuesto, si no está jubilado, de huelga o asistiendo a alguna manifestación; algo que en nuestro país es, últimamente, muy frecuente por culpa de la mal interpretada socialdemocracia, corrompida en mi opinión --como lo ha estado siempre la derecha con la incrustada ultra derecha-- y de ahí sus continuos fracasos electorales como el de las pasadas elecciones en Andalucía, aún ganándolas.

La segunda cita es de la Biblia, Libro de los Proverbios: «Siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse; los malos, por el contrario, se precipitan en la maldad». Cierto, ¿pero cuántas veces tiene que levantarse el justo en un país donde los malos, ya no es que se precipiten en la maldad, sino que están construidos en ella genéticamente? ¿Cien, mil, dos mil... veces, para que de nada sirva? ¿Cómo se van a levantar los justos mandando gerifaltes de partidos políticos del corte del PP y Vox que, como dijo El Roto: «La media de edad mental es la edad media»? En fin, ¿qué hay que hacer en España para que la gente, especialmente los jóvenes y menos jóvenes se mentalicen de que es necesario votar progresismo social en lugar de tanto progresismo de telefonía móvil? En un país progresista, las próximas elecciones generales, visto lo visto en ¡cuarenta años! (corrupción, más corrupción, y más y más corrupción), la ganarían Ciudadanos y Podemos por abrumadora mayoría. Pero, esto es España, tipical hispanis, y la derecha con la ultra derecha se manifiestan sin que se sepa bien para qué y por qué, y ya se dan por ganadores. Veremos que ocurre el 28-A cuando se cuenten los votos, aún a pesar de la injusta ley electoral que «premia a los buenos y castiga a los malos».

Es muy lícito manifestarse, más que lícito justo, si se quiere algo de gran importancia, pero servidor no recuerda ninguna manifestación para que el Gobierno de turno cambie el maltrecho Código Penal, que solo castiga a los pobres que no tienen dinero para defenderse, o cualesquiera de esas miles de leyes que favorecen siempre a los mismos en detrimento de los más desfavorecidos y han dado lugar a las injusticias sociales que estamos viviendo; por cierto, ya muy próximas a las que viven los venezolanos, por citar lo más presentero.

Han sacado a la gente a la calle --más bien poca gente a pesar del bus y el bocadillo como en los tiempos de Franco-- para que reivindiquen el nacionalismo español, el chauvinismo español diría yo, pero no tienen intención de que algo que arregle y haga más placentera la vida de la mitad más un cuarto de los españoles que ahora malviven (parados, pensionistas, mal pagados, pobres de solemnidad, cerca de un 30% al borde de la pobreza extrema) se haga patente si ellos salen elegidos.

Y, por cierto, sin ánimo de incordiar a nadie: ¿Cómo no se les ocurriría hacer la manifestación en la «milla de oro»? Habrían asistido también los toreros, los futbolistas y los familiares y amigos de todos los banqueros. Mucha gente más.