UN GALIMATÍAS

Las tres caras de la moneda

Enrique Stuyck Romá // abogado, periodista y empresario

España se juega su futuro político en las próximas elecciones generales, tirando la moneda al aire. Si sale cara será, probablemente, la derecha quien gobierne en el país, si sale cruz, seguramente, la izquierda, y si sale canto, ni la derecha, ni la izquierda. Quizás el partido bisagra, que quiere estar a la derecha, a la izquierda y en el centro, y no encuentra su sitio en ninguno de los tres casos.

En el supuesto de que saliera cara, no parece muy claro a quién le correspondería gobernar, por los posibles cambalaches postelectorales de las derechas, como tampoco se pueden vaticinar con un mínimo de precisión, las posibles alternativas de las izquierdas, y mucho menos si la moneda cayera de canto, en cuyo caso las posibles soluciones serían tantas que resultaría tedioso e inútil, pormenorizarlas.

Vistas así las cosas, habrá quien piense aquello de «virgencita, virgencita, que me quede como estaba», pero la cosa está tan mal, que quizás la mejor solución será echar la moneda al aire y que un vendaval la arrastre hacia el horizonte, que caiga en el mar y se pierda para siempre, como van a perder, también para siempre, la confianza y las elecciones todos los candidatos, como sigan comportándose de espaldas a la sociedad, pensando solo en intereses partidistas y en acumulación de poder, por lo que no quedaría otra opción que el desgobierno, que quizás, de todas las soluciones sea, probablemente, la menos mala, porque peor no se puede hacer. Por primera vez, en democracia, tengo la sensación de que hay muy poca gente que sabe con certeza a quién quiere votar. Posiblemente habrá muchos ciudadanos que tengan muy claro a quién no votar, por lo que, ante la duda, el voto en blanco o la abstención, nos enfrentamos a un proceso electoral cuyos resultados están tan en el aire como la moneda que se perdió para siempre. Es triste decirlo pero las cosas de la política están así de mal por culpa de las actitudes, de los comportamientos y de la ineficacia de los partidos políticos que nos han llevado a un callejón sin salida, del que saldremos, como siempre, aunque un poco tocados. Pero seamos optimistas y pensemos que vendrán mejores tiempos, porque peores, va a resultar imposible.

Jubilación

Sin derechos de autor

Paco Rivas // Barcelona

El comité de sabios del Ministerio de Cultura, en su versión más progresista, pontificó que los jubilados que cobraran derechos de autor se exponían a perder la pensión porque, aducían, «les quitaban el trabajo a otros literatos más jóvenes». Es decir, que lo que escribió Cervantes lo podía haber escrito cualquiera; y no andaban descaminados, porque al autor del Quijote lo plagió Alonso Fernández de Avellaneda (véase El Quijote de Avellaneda). Ahora ya llevan tiempo dándole vueltas al estatuto del artista, pero no deberían alargarse demasiado, porque somos jubilados y es posible que, cuando se apruebe, ya estemos en el otro barrio.