POLÍTICA

Vox: inquietante generalato

Miguel Fernández-Palacios Gordon // Madrid

Vox lleva cuatro generales en sus listas. Es legítimo pero, como firmantes que son de un manifiesto en defensa del honor del dictador Franco, su ideario me resulta turbador. Me pregunto qué honor puede tener quien dio un golpe de estado contra un gobierno democrático; quien fue responsable de la muerte de cientos de miles de personas de ambos bandos; quien por medio del terror silenció cualquier tipo de disidencia; quien después de la guerra prolongó 36 años la represión; quien anuló a las mujeres y quien solo consiguió paz cementerial. ¿Aspiramos a un parlamento con militares añorantes de un pasado involucionista? ¿Qué pasaría en Alemania si alguien hubiera firmado una declaración similar? Estos soldados dañan la imagen de un ejército moderno. A ellos se unen toreros. Seguro que en breve ficharán obispos reaccionarios para tener el paquete completo de la resurrección de la España retrógrada del blanco y negro.

PSICOLOGÍA

Canta y estarás bien

Gemma Morales // Barcelona

Si bien es muy común ir al gimnasio, hacer yoga o bailar para mantenernos en forma y sentirnos bien, no son muchos los que acuden a sesiones de canto con un fin similar. A lo sumo, cantamos en la ducha y punto. Nos conformamos con escuchar a los que poseen de forma innata el don y, escudándonos en los típicos prejuicios, «canto fatal» o «me da vergüenza, desafino mucho», no practicamos una de las actividades más ancestrales y placenteras del ser humano.

Recuerdo que mis padres me llevaron a cenar a una taberna asturiana. El ambiente era muy alegre y la gente entonaba espontáneamente el Asturias, patria querida. Nos unimos al grupo y yo disfruté mucho cantando durante varias horas. Otras vivencias similares de la infancia me han llevado, en la madurez, a buscar en el trabajo con la voz una herramienta más para mi bienestar. Encontré en internet unas clases de canto individual con un terapeuta especializado. Desde el primer día, noté los efectos: una gran apertura en el pecho y la vibración de mi voz recorriendo todo el cuerpo. Tras ese primer contacto, he continuado mi trabajo y, para mi asombro, soy capaz de alcanzar notas muy elevadas, casi de soprano. Experimento euforia y, a la vez, relajación. No me importa si desafino o si todavía no domino ninguna canción.

Quiero animar a quien lea estas líneas a no dejarse llevar por vanos prejuicios y, si así lo siente, que se lance a experimentar con los sonidos musicales que salen de su garganta. Sentirá más plenitud y felicidad en su vida, ya que no hace falta saber cantar para disfrutar de ello. Lo puedo garantizar.