DIABETES

La era de la ignorancia

Luna A. Núñez

Barcelona

Cuando escuchamos las noticias, bochornosas como de costumbre, solemos inmutarnos poco frente a catástrofes lejanas. La realidad se mantiene al margen mientras nosotros comemos, conducimos o tomamos un café. Nos disfrazamos de ineptos ante un sinfín de cataclismos a la vez que hacemos malabares con la propia vida. El otro día quedé estupefacta al leer un artículo sobre la diabetes, presente en seis millones de españoles y responsable de 25.000 muertes anuales en España. Una afección común a la vez que normalizada entre la sociedad. Pido tanto a quienes acarrean con este padecimiento como a las personas de su entorno, atención y extremo esmero. No pretendo asustar a nadie, pero sí activar las alarmas. Como yo debería haber hecho. A pesar de tener a mi padre con diabetes, nunca me he interesado más allá de su salud en particular. Ya hace un mes de su fallecimiento. Tuvo una muerte cerebral debido a una hipoglucemia. Quiero dar a conocer, un poquito más, los efectos de esta escandalosa enfermedad. En la era de la ignorancia, no hay mal que por bien no venga.

POLÍTICA

Entre Sánchez y Casado

Luis Pérez

Alicante

Yo participé en la manifestación del 15-M. No fue un movimiento izquierdista, fue una manifestación de protesta de gente con carencias. En aquellas fechas alguien me preguntó: «¿Qué diferencia hay entre el PP y el PSOE?». Desde que a principios del 2008 la economía de España empezó a desinflarse arrastrada por la mundial, el PSOE no supo remediar la situación. El Gobierno español tenía un fondo de pensiones aceptable, un superávit de unos veinte mil millones de euros y una deuda pública casi la mitad de la actual. José Luis Rodríguez Zapatero no tuvo asesores con imaginación y le invadió el terror. El resultado fue el ascenso de Mariano Rajoy y su nefasta política de abuso social. El Banco Central Europeo vino en ayuda del Gobierno y de los medios financieros quebrados.

Los necesitados se cobijaron en Podemos, partido que se apropió del 15-M, y el PSOE se hundió con la desmoralización de sus creyentes, y la esperanza se abrazó al Partido Popular. Tras las elecciones del 28-A, todos veíamos normal un acuerdo PSOE-Podemos.

En su día puse un tuit alertando a Pedro Sánchez de las ambiciones de Pablo Iglesias. Mis temores se han hecho realidad. Albert Rivera, Pablo Iglesias y Pedro Sánchez tienen el mismo espíritu de liderazgo. La diferencia está en que los dos primeros no tienen plataforma potente y Pedro Sánchez, el presidente en funciones, sí. Por tanto, la cosa se va a dirimir entre Pablo Casado y Pedro Sánchez, uno queriendo aportar la razón y el otro arrastrando la sinrazón.

Yo dudo de que los electores tengamos capacidad de acertar en lo que nos conviene