ECONOMÍA CIRCULAR

Estamos calentitos

Lucas Sainz Lázaro

Madrid

Mientras los países de la cumbre del clima siguen intentando rebajar en un par de grados la temperatura del planeta, que no lo van a lograr, porque los que más contaminan no se han personado en Madrid, los demás seguimos en la disyuntiva de si echar el envoltorio de la magdalena en el contenerdor de papel o en el de inorgánico. Seguimos discutiendo si es beneficioso para la España vaciada montar mega granjas de cerdo, a pesar de contaminar acuíferos con la mierda de los marranos y respirar amoniacos perjudiciales para la salud. Por si acaso, continuan instalándolas porque hay que dar de comer a muchos millones de chinos y no hay que desaprovechar tan pingües beneficios, que ya son nuestro principal cliente. Y continuamos preguntándonos por qué la lavadora tiene fecha de caducidad, cuando la de mi abuela duró 30 años poniendo dos coladas al día; o por qué narices tenemos que cambiar de móvil cuando es la bateria la que falla. Quizá tendríamos que empezar por volver a esa economía circular donde todo tiene una doble vida para reciclar, dejar de contaminar, acabar con los expolios a países pobres y crear otros puestos de trabajo que hagan bajar la temperatura social.

CONSUMO

Cambiar el rumbo

Miguel Fdez-Palacios Gordon

Madrid

Si como muchos afirman la solución es una economía sostenible, tenemos el deber de invertir este modelo económico y productivo que los gurús financieros neoliberales alimentan con el inadmisible y trasnochado mantra de un crecimiento ilimitado. Estamos en el punto de no retorno y resulta preocupante seguir escuchando que si una economía no crece un determinado porcentaje cada año, dependiendo de la capacidad de cada país, y así hasta el infinito, se entra en recesión. La realidad es que como nuestro mundo es limitado, consumir varias veces lo que nuestro planeta es capaz de regenerar cada año es tarea de locos suicidas. Por ello, el crecimiento eterno debe dejar de ser visto como la panacea y pasar a ser visto como azote de la vida para que encontremos la senda de un nuevo modelo financiero que no fomente el consumo y que reparta la menor riqueza para que todos podamos vivir dignamente. La inacción no está permitida: su coste es inasumible para nuestros descendientes.