DUMPING FISCAL

Servicios de peor calidad

Santiago Ortiz

Córdoba

El término dumping se utiliza para definir la competencia desleal entre empresas que venden por debajo del coste de producción. Y se suele emplear también, de modo populista, en la política, para captar votos o robar empresas a otros territorios proponiendo reducir o eliminar impuestos. Sin embargo, este dumping político-fiscal tiene como consecuencia que las instituciones ven reducidos sus recursos para financiar los servicios públicos.

El dumping fiscal produce servicios de peor calidad, con lo que se empuja al ciudadano a pagar seguros médicos privados, planes de pensiones privados, colegios privado-concertados (que acaban conllevando más gastos adicionales que los públicos), residencias privadas para personas mayores... Esta situación afecta a economías domésticas que reducen su nivel económico, sin embargo, por otro lado, también supone un recorte en derechos humanos: menos recursos para mujeres amenazadas por violencia machista, menos políticas de integración social donde se abandona en la exclusión absoluta a muchísimas personas, reducción del número de médicos y de los planes sanitarios en servicios públicos... El dumping fiscal puede motivar que en países con niveles de desarrollo se produzcan situaciones como las de la India y Brasil, ambos entre los 10 primeros del mundo con mayor PIB pero con unos altísimos niveles de exclusión social grave.

España es el país de la UE con mayor número de pobres después de Rumanía, a pesar de ser la cuarta economía de la zona euro. La reducción en gasto público y políticas fiscales inadecuadas puede originar un futuro con una pobreza severa.

NAVIDAD

El amigo invisible

Marta López

Badalona

Cada Navidad, sin excepción, alguien de nuestro entorno pronuncia esas palabras para mí tan temidas durante estas fechas: «Vamos a hacer el amigo invisible». ¿Cómo es posible que año tras año se mantenga esta tradición, si nunca en mi vida he conocido a una sola persona a la que le guste participar? Al final, todo son quejas y quebraderos de cabeza. ¿Por qué nos obligamos a pasar por este mal trago cada Navidad? Si tanto nos disgusta a todos, deberíamos poder normalizar de una vez por todas el dejar de participar en la celebración del amigo invisible, ya sea la que organizan los compañeros del trabajo, la familia o el grupo de colegas.