De Guatemalaa Guatepeor

Soy uno de los millones de votantes a los que no les gusta este gobierno ni las cosas que hace. Por eso, escucho con atención las propuestas de la oposición para ver si merecen mi apoyo, aunque más me valdría no hacerlo. Recientemente, Mariano Rajoy, entrevistado por Isabel Gemio, respondió a la malintencionada pregunta de ¿Qué cambiaría de las medidas de este gobierno si llega al poder? No crean que arremetió contra el matrimonio homosexual o el divorcio exprés, sólo se pronunció en contra de la Educación para la Ciudadanía. La iba a sustituir por "Inglés e Informática". De ello deduzco que a Mariano Rajoy la familia le importa un comino. Le da igual si se equipara con una unión gay (devaluando claramente su contenido), o, todavía peor, se convierte en un contratillo de alquiler que se liquida en dos patadas y de manera unilateral, sin que valga nada.

Tampoco parecen importarle las Humanidades y que nuestros hijos no entiendan lo que leen, pues sólo quiere aumentar las horas de asignaturas técnicas e instrumentales como el Inglés o la Informática.

El horizonte que parece proponernos es una sociedad formada por individuos únicos y solitarios, que van a lo suyo, preocupados sólo por la economía y porque nadie limite su actividad autónoma. Entre esta opción y el paraíso light del proletario que nos pinta la progresía, no sé qué es peor. Terminaré votando en blanco y la mente de nuestros hijos quedará del mismo color gane quien gane.

*Jorge Pérez Jiménez (Correo electrónico)

Agravioa los médicos

Hace unos días, en una emisora de televisión privada y a hora de máxima audiencia, un supuesto representante de productos farmacéuticos, con la cara tapada y la voz distorsionada, acusó al colectivo médico de no prescribir genéricos y de recibir dinero de los laboratorios a cambio de recetar su marca.

Es una grave acusación, hecha anónimamente y sin presentar pruebas, que daña gravemente la imagen de una profesión que solo hace que trabajar por el bien de la salud pública. Los genéricos no tienen buena prensa y, en la mayoría de los casos, son los pacientes los que obligan al médico a recetarle marcas de prestigio. ¿Quién ha lanzado esta piedra sobre la dignidad y el honor de esta sacrificada profesión? ¿No será alguien que ha dejado de recibir comisiones para no dispensar masivamente genéricos? Las autoridades sanitarias deberían indagar sobre este feo asunto que tanta repercusión puede tener.

*Francisco A. Barado (Correo electrónico)

Trabaspara apostatar

No puedo entender que no haya manera de darse de baja de algo de lo que tú no ha sido consciente --el ser bautizado sin tu consentimiento-- y por lo que la Iglesia católica cobra del Estado. Me refiero a la dificultad con que nos encontramos los ciudadanos no católicos para apostatar. Es inadmisible que sea la Iglesia católica y no el Estado quien se encargue de gestionar este tema, porque dicha Iglesia tiene intereses económicos en ello y, por tanto, hace todo lo posible para evitar las apostasías.

Tenía un mes de edad cuando mis padres me bautizaron. Como pueden comprender, a esa edad no tenía la consciencia necesaria para saber qué hacían conmigo. Según he leído en los Evangelios, Jesucristo se bautizó cuando era mayor de edad y tenía conocimiento de causa. Yo, a mi mes de edad, no tenía ningún conocimiento de nada. Ahora, con 53 años, y después de haberlo intentado varias veces en la Iglesia en que me bautizaron (aunque hace 30 años que no vivo en la ciudad en la que fui bautizado y tengo que personarme a firmar no sé qué papel sin conseguirlo, ya que me ponen todas las trabas para ello), quiero preguntar a un Estado aconfesional al que dicen que pertenezco, cómo darme de baja de una secta o iglesia a la que no quiero pertenecer y que me cobra por mí y vive de mí, algo a lo que me niego.

Le diré al Estado al cual pago mis impuestos y al que se elige con el voto, que no quiero morirme sin haberme dado de baja de una institución a la que jamás he pedido pertenecer; que necesito que me den una solución para darme de baja de esta Iglesia católica apostólica romana. ¡Qué vergüenza les tendría que dar utilizar el nombre de Jesucristo!

*Marian Martínez (Correo electrónico)