¿QUE APRENDEN LAS ALUMNAS?

Hablemos clarosobre Educación

Fernando Alcalá Suárez

Cáceres

Hablamos de días lectivos, de planes de refuerzo, de planes de recuperación. Hablamos de padres, hablamos de profesores, hablamos de aulas. Hacemos papeles, los repasamos, los entregamos. Asistimos a clase, intentamos darla lo mejor posible. En casa intentamos ayudar lo que podemos. Hablamos de fracaso, hablamos de informes PISA. Hablamos. Seguimos hablando. Discutimos. Nos calmamos. Dialogamos. Montamos huelgas.

Se hacen. O no. Criticamos. Se nos critica. Lanzamos la pelota. Nos la devuelven a nuestro campo. La volvemos a lanzar cuando creemos que es el momento. Se nos vuelve a lanzar. Hablamos de muchos temas, no hacemos otra cosa.

Y digo yo, ya que lo hacemos, ya que hablamos, ya que dialogamos, ¿cuándo vamos a tratar el tema realmente importante? Porque, no nos engañemos, señoras y señores, el tema no es el fracaso escolar, ni los índices tan deplorables de lectura, ni la mala educación, ni siquiera la violencia en las aulas. No. En absoluto, señores, no nos engañemos ni engañemos a los demás.

El tema no es ese, el tema es otro. ¿Cuándo hablaremos de lo que saben, de lo que están aprendiendo nuestros alumnos?

Porque me temo, y no creo dar lugar a equivocación, que ese es el tema que realmente preocupa. No que aprueben o fracasen, al fin y al cabo, nadie les va a preguntar en cuántos años se sacaron los estudios. No por muchos papeles que hagamos ni por muchas más oportunidades que les demos van a saber más. Saber se consigue aprendiendo. Y se aprende estudiando (en clase. En casa).

No nos vengamos a engaño, señores. Nuestros estudiantes no lo hacen. Ni siquiera los universitarios. Ese es el tema que nos ocupa.

VIOLENCIA DOMESTICA

Hombresy machos

M. Antonia Escobar Hdez.

Jaraíz de la Vera

Cada año mueren a manos de sus parejas casi un centenar de mujeres, el asesinato es el final de una vida violenta, cargada de miedos y desesperación; es el último eslabón de una cadena de abusos, desprecio y anulación de la autoestima de una persona que en su día fue la mujer a la que se amó y con la que se quiso pasar el resto de la vida. Estos sujetos que ellos mismos se llaman hombres, deberíamos quitarles ese calificativo, están manchando un término con un significado muy distinto. Porque el hombre es el que vela por el bienestar de su compañera, comparte lo bueno y lo malo, las vacas gordas y también las flacas. Estos individuos que se llaman hombres porque son tan machos ellos y ultrajan e injurian a la madre de sus hijos deberíamos administrarles un castigo ejemplar.

Sin embargo este macabro proceder por una minoría quizás lo estemos generalizando a todo el sexo masculino y eso no es justo. Igual que no todos los árabes son terroristas, del mismo modo no todos los hombres son unos maltratadores. Hay hombres pacientes, conciliadores que tratan a sus mujeres estupendamente con caballerosidad y cortesía. Y también los hay que han de aguantar a algunas mujeres que son especialistas en hacerles la vida imposible.

De cualquier modo, todas las mujeres que se encuentren en situación de riesgo deben y tienen que denunciarlo, ésa es la única forma de ganar esta batalla. Ahora por fin tenemos un ventana abierta ante esta atrocidad machista.

pSOMOS VULNERABLES

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***Pedro Serrano Martínez

***Correo electrónico

mNadie, con un mínimo de sensibilidad, puede quedar indiferente al contemplar el dolor en un hospital, la ancianidad en una residencia o la tristeza en un funeral. Cuando nos aproximamos al sufrimiento y a la pena de nuestros semejantes, cuando sentimos de cerca la fragilidad humana, sentimientos de piedad, solidaridad y misericordia se entremezclan y nos conmueven. Y, en momentos así o semejantes, seguramente sea cuando los mejores sentimientos de humanidad brotan de nuestro interior haciéndonos sentir más cercanos a nuestro prójimo.

Tomar contacto con realidades como el dolor, la enfermedad, la decrepitud o la muerte significa recibir lecciones magistrales de humildad; significa aprender a valorar y relativizar muchos de nuestros empeños y ambiciones en nuestras vidas; significa aprender a valorar lo bueno que tenemos y no disfrutamos; significa darnos cuenta de lo efímero de nuestra existencia; significa, en fin, tomar conciencia de lo que realmente somos: unos pobres seres vulnerables, temerosos y perplejos ante esta ilusión maravillosa y extraña que es la vida.