CRITICA A LA JUSTICIA

La sentencia de Telma Ortiz

José L. Méndez Muñoz

Correo electrónico

Una juez sentencia que, frente al derecho a la intimidad de una señora que no ha hecho nada para ser famosa, debe prevalecer el derecho de unos "medios de comunicación" a perseguirla en la vía pública y acosarla hasta la extenuación.

No debe sorprendernos que el derecho del poderoso, de los poderosos de siempre, sea preservado por la justicia frente al de los débiles. Así es, ha sido y será, y quien lo dude y crea que eso sólo pasaba en la Edad Media y en el franquismo que se pregunte por la situación del señor Conde o del señor Roldán, de Míster X o de los Albertos, a quienes el Tribunal Constitucional, velando por la integridad de nuestra Carta Magna, salvó en última instancia de pisar una celda, y a quienes desde aquí envío mi sincera enhoramala y mi rotundo sonrojo, a repartir a partes iguales entre juzgadores y juzgados.

Lo que duele de este caso es que los poderosos se disfracen de periodistas y que la curiosidad morbosa y repugnante de una población embrutecida se disfrace de derecho a la información. Lo verdaderamente dramático en este carnaval perpetuo de mentiras elevadas a dogmas del pensamiento único es que sale perdiendo el ser humano frente a la sobada ciudadanía, la persona sagrada frente al individuo programado, el hombre frente al sujeto de diseño, la persona frente al rebaño granhermanizado .

Unos cuantos se frotarán las manos en sus despachos y otros muchos babearán sobre el papel impreso en las peluquerías y en las salas de espera, en las estaciones de tren y en las salas de estar frente al televisor. Y unos pocos nos sentiremos dolidos.

Por eso, propongo a los medios de comunicación que quieran desmarcarse de sus compañeros rosados evidenciando la dignidad de su profesión, que abran en cualquiera de sus medios cuentas para pagar, entre todos los que nos consideramos insultados por esa sentencia, las costas de un juicio cuya sentencia nos avergüenza.

Aunque sólo sea para apoyar a un ser humano pisoteado y manifestarle así nuestra solidaridad.

TAMBIEN EMIGRANTE

Un extremeño, ministrode Inmigración

Joaquín García Mayo

Alburquerque

Es de suponer que no hay mejor ministro para resolver el problema de la inmigración que la persona que haya sufrido en sus propias carnes el propio problema. El ministro de Inmigración y Trabajo emigró desde su pueblo, Valverde de Leganés (Badajoz) hasta Cataluña donde ha ejercido varios empleos en la población de Hospitalet, y posteriormente dio el salto al arte de la gestión política de esta localidad y en ella se ha curtido durante varios años en la gestión del municipalismo.

Muchos de estos políticos que gestionan las ciudades de los alrededores de Madrid y Barcelona, son descendientes de emigrantes andaluces, extremeños y de otras regiones de España, emigrantes o descendientes de ellos que después de aportar con su trabajo en el engrandecimiento de estas localidades, han pasado a gestionar sus ayuntamientos. Personas desconocidas en sus regiones de origen, que están saliendo en los medios de comunicación para conocimiento general de los ciudadanos y que como ahora está pasando con nuestro paisano Celestino Corbacho, también hace unos meses Pedro Castro el alcalde de Getafe fue noticia al conseguir la Presidencia de la Federación Española de Municipios y Provincias, y este edil también procede como el ministro Corbacho de la emigración desde su pueblo natal Tomelloso (Ciudad Real). Y como no hay un dos sin tres el portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid, David Lucas Parrón, es descendiente de Arroyo de la Luz, sus padres nacieron y se criaron en esta localidad cacereña.

Hace más de medio siglo cientos de miles de extremeños y de otras regiones tuvimos que emigrar de nuestra tierra en busca de un mundo mejor para nuestras familias. Era una época difícil en la que como dice Celestino Corbacho en nuestra región sólo había la opción de un empleo estable en la Guardia Civil, o en la Policía Armada y para ello la mayoría de las veces era necesario tener una buena recomendación para entrar en el cuerpo.