LO QUE IMPORTA Y LO QUE NO

El cambio climáticodebe ser verdad

Fernando Alcalá Suárez

Cáceres

Ultimamente a mis alumnos les ha dado por escuchar desde sus teléfonos móviles (o en sus teléfonos móviles, no lo tengo muy claro) los últimos éxitos que las compañías discográficas han decidido meterles por los ojos (ni siquiera se molestan en metérselo por los oídos, tal y como están las cosas).

Dejando de lado el tema de lo que escuchan o no escuchan mis alumnos, que nunca nos parecerá bien a los de la generación anterior, me resulta increíble que sean capaces de hacerlo a través de sus teléfonos. Les pregunté el otro día si eran conscientes de lo mal que se escuchaba. Ya no que molesten a los que tienen a su alrededor cuando ponen su teléfono móvil a todo volumen en el autobús que les lleva de vuelta a casa o que si lo que escuchan es bueno o malo. No. Les pregunté si eran conscientes de la mala calidad de sonido con la que dichos cacharros emitían la música. Ellos me respondieron que no, que ni siquiera se habían fijado, que ellos lo encendían y punto.

Todo esto me lleva a pensar que esto no es más que una nueva demostración de la sociedad a la que han llegado ellos ahora, la sociedad del cualquier cosa pero ya . Ya no me paro a pensar en lo que escuchan o no, sino que me lamento por cómo lo escuchan.

Me apena pensar que ya no disfrutarán sentados en sus casas de la composición musical que sea, disfrutando de cada nota o de cada palabra que sale del cantante de turno en un buen equipo que sepa diferenciar todos y cada uno de los matices, que al fin y al cabo, también de eso trata la música. Todo eso les da igual. De lo que se trata es de escucharlo ya, aquí, ahora y porque sí, dando igual cómo se haga. Han caído de nuevo bajo las redes de la cantidad y se han olvidado de la calidad. Y no hay persona que les haga entender lo contrario. Supongo que es porque tienen el oído atrofiado de tanta interferencia musical. O no.

CRITICA POLITICA

Inauguracionesen Santibáñez

V. García y J. Hernández

Plasencia

El pasado día 7 del presente mes de mayo tuvieron lugar una inauguración (carretera de circunvalación) en la localidad de Santibáñez el Bajo. Se convocó a los vecinos por bando, anunciando que llegaba don Juan Andrés Tovar, presidente de la Diputación de Cáceres, como esperando que los vecinos fueran a aplaudir a tan respetable señor.

No es la primera vez que se hace, lo cual nos recuerda los años de la dictadura franquista, cuando se instaba a los vecinos a trajearse y recibir calurosamente a los jerarcas civiles y eclesiásticos que se acercaban por el pueblo. Si los militantes del partido socialista en la localidad y otros vecinos quieren saludar al señor Tovar, pues que lo hagan, pero que no se convoque por bando público al pueblo, ya que eso supone confundir la política de partido con la política municipal.

Más valía que, en vez de practicar el sectarismo, el alcalde y sus concejales dieran cuenta al pueblo de los fondos públicos, pues según sabemos de buenas fuentes hasta han tenido que devolver las últimas facturas de la luz, pues las arcas municipales están vacías, y el pueblo se pregunta quiénes las han vaciado.

FALTA DE CREDIBILIDAD

´Johan M. Aznar´

Ignacio Caballero Botica

Correo electrónico

Ha hablado. Se ha mezclado entre los mortales para confirmarse como el Johann Cruyff de la política... a saber; un pasado glorioso en su profesión y el resto del tiempo, a vivir del cuento... de los grandes discursos aleccionadores y de unas manos que de lavadas, pierden hasta su PH natural.

Sus sabias píldoras para solucionar los problemas que él mismo dejó en su partido, son contrarias a las que le hicieron alcanzar la gloria política con 182 escaños en el año 2000. Hizo historia curiosamente después de una legislatura en la que, con un catalán íntimo, se vio obligado a dialogar con casi todos para poder gobernar.

Ahora propugna lo que también le colocó en los anales, pero esta vez de la histeria; perder 35 escaños en la siguiente cita electoral e impulsar la falta de entendimiento con las minorías ideológicas de una España que él mismo considera desamparada sin él.

Tomemos pues como modelo sus palabras de lo que se tiene que hacer y de lo que no; su falta de credibilidad es proporcional a lo encantado que está de haberse conocido.