BENEFICIOS DE LA HUELGA

Tienda de barrio

Diego Algaba Mansilla

Badajoz

En estos días de huelgas de transportistas, en los que los grandes almacenes se han quedado sin productos, mostrando al cliente sus estanterías vacías, muchos compradores han descubierto los pequeños comercios de barrio. Dice Victoriano al que todos llaman Viti y que tiene una pequeña tienda a la que voy con frecuencia, que en su establecimiento han entrado personas que nunca lo habían hecho antes. Me gusta ir a comprar a Viti porque me da los buenos días o las buenas tardes, me habla con fluidez de temas variados con la naturalidad del que está acostumbrado a charlar durante todo el día con personas diferentes.

Viti informa de que el chorizo para guisar bueno es el La Albuera, que los garbanzos blandos y que no se despellejan son los de Puebla del Maestre, que los chicharrones son de Alburquerque y el vino de Feria, muchos han descubierto estos días que existen pequeñas tiendas donde el tendero te sorprende diciéndote que no te lleves naranjas porque no son buenas, que mañana las tendrá mejores, esas tiendas donde el jamón lo vende al corte sin ser envasado al vacío y si quieres él mismo te hace un bocadillo. Esas tiendecitas de 30 metros cuadrados en las que si no llevas dinero no se utiliza la tarjeta de crédito sino que te lo apunta en una libreta para que lo pagues cuando quieras, cuando te acuerdes, o cuando puedas, son las entrañables tiendas de barrio, que muchos han descubierto en estos días de huelga y que espero que no las hagan desaparecer nunca los monstruos de las grandes superficies.

LA INFORMACION EN LA HUELGA

Medios de incomunicación

Ignacio Caballero Botica

Correo electrónico

mHace algo más de una semana que se desató la histeria colectiva. A mediados de la semana pasada fui testigo en un supermercado de estantes vacíos y cajas tiradaspor el suelo, como si el apocalipsis estuviera a la vuelta de la esquina. Una demanda de alimentos fuera de lo normal e injustificada cuyas consecuencias ha sido un encarecimiento de los mismos y posiblemente que muchas de esas provisiones del miedo terminen caducando y en la basura.

Qué decir de los coches haciendo cola en las gasolineras sin miramientos; los que necesitan el coche para trabajar y los que no. Todos alimentando la demanda de un producto que es el desencadenante de una crisis que ha llevado a la huelga de la que ellos se protegen llenando el coche del producto causante de la huelga. Alucinante.

No quiero pensar en el día en el que haya una crisis real y justificada. Porque este individualismo aberrante dibuja una sociedad en la que el sálvese quien pueda , echa por tierra gran parte de los valores, solidaridad y sobre todo inteligencia de unos ciudadanos que han sido machacados por el miedo infundido por unos medios de (in)comunicación.

A pesar de todo, lo de tener criterio lo dejaremos para los elegidos.

EL GENERO DE LAS PALABRAS

Del postfeminismo

Ana Martín Barcelona

Cáceres

No creo que las mujeres maltratadas por sus parejas o exparejas, ni aquellas que caminan en vilo por temor a engrosar la negra lista de las asesinadas, estén demasiado preocupadas por cambiar el género gramatical de las palabras. Menester, éste, que constituye una lamentable evidencia de la frivolidad y la superficialidad con que se tratan asuntos tan serios y tan graves como el de la violencia (apellídese al gusto). El desconocimiento de la realidad y la falta de sensibilidad para entenderla han hecho surgir un postfeminismo absurdo y trivial más pendiente del número de denuncias y de la propaganda que de ofrecer soluciones, y más ocupado en erigirse en dudoso salvador de las mujeres que en la búsqueda de una justicia social que no merme las oportunidades ni los derechos de nadie. Enfrascado en sus tópicos, es incapaz de admitir que ni todas las mujeres son víctimas ni todos los hombres son culpables. Desconocen que las mujeres que pasamos de los cincuenta no precisamos de sus frases panfletarias ni de la adulteración del vocabulario. Hemos trabajado fuera de casa y dentro, hemos educado a nuestros hijos e hijas sin prejuicios sexistas y en el respeto a los demás, y hemos conseguido que nuestra pareja se fuera desprendiendo de las actitudes propias de una educación impositora de roles que a nadie beneficiaba. Y todo sin observatorios, sin ministerios de la Igual da sin cambiar los géneros gramaticales.