SANIDAD

Una cita, por favor

Sandra Guzmán González

Mérida

A veces el que un servicio público, como el de salud, funcione mejor o peor no es cuestión de dinero, sino de organización. En el caso concreto del SES ya no se trata de que no haya médicos suficientes, o de unas listas de espera infartantes, sino de algo tan básico como que al pedir una cita escriban tu nombre y te den fecha para el especialista, aunque sea para dentro de un año. En vez de eso te obligan a ausentarte del trabajo una y otra vez para intentar, en vano, que te apunten de una vez en esa interminable lista de espera. Porque si acudes en marzo a solicitar cita te encuentras con la agenda cerrada porque llega el verano, si acudes en octubre, está cerrada porque llegan las Navidades, si vas en enero todavía no está abierta, si no la médico tiene previsto coger baja por maternidad y tampoco está disponible su agenda-. Vamos que es más difícil que te den cita para un especialista (aunque sea para dentro de siete meses) que llegar a presidente del Gobierno. Lo más razonable y operativo es que la agenda para dar citas se abra el 1 de enero y se cierre el 31 de diciembre, y cuando ésta esté llena, en ese momento, se abra la del próximo año, al margen de que San Juan caiga en febrero o en Navidades vaya a estar otro médico de servicio. Que te den un día y una hora en la ventanilla, sea para cuando sea; y si un médico va a estar de vacaciones ya habrá un sustituto, y si no que la den para el mes siguiente. Los administrativos culpan a los médicos y estos dicen que no tienen nada que ver en el asunto; es desesperante. Sólo hay que fijarse en otras comunidades para ver que puede hacerse de otra manera. Lo peor de todo es que, si pones una reclamación, es la misma Consejería de Sanidad y Consumo quien la atiende, desapareciendo toda objetividad posible y toda esperanza de solución. Quizás para mejorar el funcionamiento de todas las administraciones públicas lo más conveniente fuera obligar a los altos cargos y directivos -que las organizan- a utilizarlas (o sufrirlas); a lo mejor sufriendo los errores que cometen se dignen a intentar, siquiera, repararlos. Pero mientras ellos utilicen la sanidad privada, la escuela privada, las limusinas o helicópteros-. será difícil que pongan el empeño necesario en mejorar nada.

REIVINDICACION

¡Que nuestras vocesse alcen!

Raúl Jurado Gallego

Aprovechando la reciente celebración del Día Extremadura, con la multitud de actos que se han organizado en su honor, actos oficiales, culturales, reivindicativos, en definitiva, actos por y para Extremadura, con la activa participación del pueblo en todos estos eventos, es momento de que todos los extremeños nos parásemos a pensar: ¿Por qué no luchar a diario por nuestra tierra, por los problemas que nos afectan, por nuestra cultura, por enfrentarnos a quien, desde su profunda ignorancia y desconocimiento, nos humilla, insulta o falta el respeto a los extremeños? ¡Basta ya! Si no queremos refinerías ¿por qué nos las ponen? ; si no queremos parques eólicos ¿por qué nos los van a poner? ; si no queremos centrales nucleares ¿por qué las tenemos? ; si el agricultor extremeño es estafado ¿por qué nos callamos?..Y como eso, multitud de cosas a las que jamás hacen caso, nunca nos oyen ¿por qué? Hay que pensar en que deberíamos, de una vez por todas, olvidarnos de quien está en el Gobierno, izquierda o derecha, que en definitiva a nosotros nos afecta igual. Nuestra preocupación tiene que ser quién está al frente en cada rincón de Extremadura, si realmente mira por los intereses de nuestra tierra o por el interés propio, llenándose las alforjas sobornado por las grandes regiones del Estado que son las que, por cuatro perras, nos compran la fruta y la verdura y las etiquetan como propias, son a las que les -regalaremos- la energía que produzcan "nuestros" parques eólicos, ellos gastarán poco y vivirán más y mejor, nosotros ganaremos menos, trabajaremos más, produciremos para ellos y moriremos antes. No olvidemos que para que se oiga a un extremeño tenemos que gritar cuatro veces más fuerte que cualquier otro español, que de una vez por todas ¡Nuestras voces se alcen!

TELEVISION

Colores agresivos

Marta M. Salas

Correo electrónico

Escribo en nombre de un grupo de personas mayores que pasan muchas horas viendo la televisión.

Nuestra queja es que en la mayoría de los programas los colores son muy agresivos y los textos que se superponen son difíciles de leer. Los responsables de esas normas deberían pensar en la gente con dificultades para ver bien y ordenar que los rótulos y las letras fueran más claros y sobre fondos más suaves.