Guadalupe y el tratoal peregrino

Unos por promesa, otros por devoción, diez compañeros hicimos un camino estupendo y gratificante. Calor, lluvia, ampollas, tirones, dolor de espalda... pero desde Valdeúncar llegamos a Guadalupe. A las diez de la mañana, quisimos subir al camarín de la Virgen pero no había nadie disponible para atendernos. Desayunamos, nos atendieron malamente. Para rematar llegué con el coche a la plaza para recoger a tres compañeros con los pies mal. En ningún momento obstaculicé el tráfico, un policía nos llamó de todo menos bonita. Llegó a sacar la libreta por un minuto de parada. El monasterio y las instituciones deberían atender mejor a los peregrinos y a los visitantes que vamos a Guadalupe.

*Justa González González (Cáceres)

El fin del mito

Con el fin del mito norteamericano de la riqueza fácil también debería caer esa dependencia que tiene el resto del mundo de los dictados del gran líder, una vez demostrado que EEUU tiene los pies de barro y el cerebro lleno de especulación e incompetencia. Ya es hora de que Europa crea en sí misma. Si hay un culpable, ese es George Bush, tanto por la falta de control de los mercados de inversión como por haber desatado guerras basadas en mentiras, lo cual disparó los precios del petróleo y de las materias primas, encareciendo la vida y asfixiando a las economías. Bush deja a su país en la bancarrota tras haber sido el peor presidente de EEUU, y los millones de perjudicados por la debacle financiera se preguntan si con esos miles de millones que la Reserva Federal inyectará a la economía, ellos serán resarcidos de sus pérdidas.

*José Pérez Cervantes (correo electrónico)

El Tribunal Supremobajo palio

El Supremo ha establecido que las personas que decidan apostatar, no pueden exigir a la Iglesia la anotación en su partida de bautismo, su abandono de la fe católica. Al considerar que los libros de bautismo no tienen la categoría de ficheros y, por lo tanto, no están sometidos a la Ley de Protección de Datos.

Soy un obrero asalariado y no sé, si nuestros máximos jueces van a misa cada domingo, o si creen que no hay mayor inspiración que la dictada por Iglesia católica, aunque ello vaya en contra de la letra y el espíritu de la Constitución cap. II art. 16. 2 donde dice "nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencia". No sé si tergiversan el diccionario de la Real Academia de la Lengua y su definición de la palabra: dato .

Con esta sentencia ponen de manifiesto su intención de que los ciudadanos, siendo mayores de edad, no puedan modificar los registros o ficheros en los cuales los padres dejaron constancia de la adhesión o filiación de sus hijos al catolicismo mediante el bautismo. Unos hijos que siendo bebés no tenían conciencia, ni criterio, ni siquiera la capacidad de hablar o razonar. Ahora que aquellos bebés son mayores, con su criterio y conciencia propia formada, y amparados por la Constitución se les niega su capacidad para corregir o suprimir unos datos erróneos sobre un ritual que se realizó sin su consentimiento. Con esta sentencia, los datos que recogen las decisiones de los padres sobre los hijos durante su infancia, pueden mantenerse más allá de su mayoría de edad sin que estos puedan modificarlos.

La denostada imagen del Tribunal Supremo se ha elevado a la de un parvulario de catequesis prefranquista. Nuestra Constitución se asienta en el libre desarrollo de la personalidad, no en su coacción o adoctrinamiento. Así, gracias a estos jueces, nuestra democracia pasa a ser un Estado patriarcal donde el catolicismo pasa a ser obligatorio desde el nacimiento hasta la muerte.

*Antonio Cánaves Martín (correo electrónico)

Colillas en el suelo

Estoy segura de que usted es una persona limpia. Sé que cuida su higiene personal y que su casa está ordenada y pulcra. También quiero creer que respeta los espacios públicos, que cuida el entorno natural y que en los restaurantes usa los ceniceros. Por eso quiero pedirle que, cuando fume en la calle y acabe el cigarrillo, tire la colilla a la papelera o se la guarde, pero no la lance al suelo. Las ciudades, los pueblos y las montañas están llenos de rastros de fumadores, y esto no gusta a nadie.

*Nuria Oliva (correo electrónico)