¿La verdad sobreun caso de abusos?

A estas alturas, que ante un caso de abuso sexual salgan espontáneos defensores del condenado, no nos extraña. Lo que sí nos extraña es que personas cualificadas, supuestamente progresistas, utilicen los mismos argumentos que el más trasnochado y recalcitrante machista.

Porque la sentencia no es firme, no vamos aquí a hacer un contrarrecurso al que el señor Cuello plasma en su artículo, pero sí matizar algunas de sus afirmaciones en el mismo.

El Tribunal Supremo viene sosteniendo que la declaración de la víctima es hábil y suficiente para desvirtuar la presunción de inocencia, y que su valoración debe efectuarse por el tribunal de instancia que ha percibido la prueba a través de sus sentidos, en definitiva, a través de la inmediación, integrada no sólo por lo que los testigos dicen, sino también por la coherencia interna de sus manifestaciones, sus reacciones, las reacciones que ese testimonio provoca en otros intervinientes, etcétera. Y todo ello ha sido valorado en la sentencia que el señor Cuello critica, por lo que a la misma sólo podemos decir que se ajusta plenamente a los criterios jurisprudenciales en esta materia.

El señor Cuello pone el acento en el daño que una condena de este tipo causa en el condenado, no dudando en calificarla de pena infamante , y como no podía ser de otro modo, olvida a las víctimas, olvida que lo verdaderamente infamante no es la condena, sino el abuso sexual mismo.

Aún más nos llama la atención que se llegue a afirmar en el artículo que lo horrible es que estos hechos se resuelvan contraponiendo la credibilidad de la denunciante a la del denunciado. ¿Acaso pretende el señor Cuello que la mujer a la que van a violar o someter a abuso llame al notario para que levante acta?, ¿sólo entonces procedería la condena?, ¿sólo si la mujer es además de violada, apaleada, lesionada o asesinada, podremos condenar por un delito contra la libertad sexual?

Señor Cuello, la verdad de este caso no es otra que la identidad del condenado. Precisamente por eso, por la subjetividad que el afecto produce, podemos entender su rápida reacción, pero no podemos entender que quienes hoy alzan su voz en defensa de quien --según una sentencia-- ha violentado la libertad sexual de dos mujeres, callen ante otras sentencias realmente infamantes para las mujeres. ¿Cuántas veces más tendremos que presenciar cómo se justifica a un agresor por su reputación o su pertenencia a ciertos círculos sociales?ASOCIACION MALVALUNA

Carta abiertaa Joaquín Cuello

El pasado 27 de febrero, Joaquín Cuello publicó un artículo en este periódico que me sorprendió y, afectó, como abogado y mujer respectivamente. El mencionado, lleva a cabo una extensa crítica al pronunciamiento de un juzgado de lo Penal extremeño. Compartiendo en la forma la actuación del señor Cuello, estoy en profundo desacuerdo con la esencia dialéctica y el fondo que se deduce de su trabajo crítico.

Por una parte, la doctrina del Tribunal Supremo, en numerosas ocasiones, al rechazar un recurso, declara la existencia de controversia entre el criterio, objetivo, razonable y desinteresado que se le presume al juez recurrido al redactar su sentencia, frente a la postura interesada del recurrente, condenado/vencido en pleito que, a través del recurso, intentaría sustituir, en la narración de los hechos declarados probados por una instancia no implicada con ninguna de las partes, su personal y subjetiva versión.

El señor Cuello omite su posible relación indirecta con el condenado, al que manifestamos nuestro respeto, en cuanto al no existir sentencia firme en su contra, aún se le debe considerar inocente.

La especialísima casuística que suele acompañar a estos casos, generalmente acontecidos sin testigos y con abuso de fuerza física y/o psíquica y, en la esfera de la intimidad, hace que los tribunales, ante la sistemática negación del agresor o agresores de su responsabilidad, consideran suficientemente relevante el testimonio de quien se presenta como víctima, así como siempre suelen apreciarse en su justa medida, las pruebas de referencia que, en el proceso se presentan al no existir en la mayoría de casos, pruebas directas incriminatorias. Es, en estos casos, en los cuales, mayoritariamente y, como excepción a la regla, se enerva la presunción de inocencia del acusado, con las pruebas indicadas.

El Tribunal, que gozó de la inmediación, esto es escuchar directamente la versión de la víctima y acusado evaluando su credibilidad, aplica además en su sentencia la jurisprudencia referida al caso.

Como mujer lamento percibir en el fondo del artículo que comentamos ciertas dosis de machismo, cuando se critica el agravante que la condena considera, pues según el señor Cuello la víctima no es una adolescente, sino una persona con la madurez que le proporcionarían relaciones de noviazgo o sexuales. Es amplia también la relación de sentencias condenatorias a agresores sexuales, exmaridos o excompañeros sentimentales de la agredida, incluso con hijos compartidos, lo cual evidencia que el abuso y/o la agresión existe cuando se realiza en oposición al deseo de la víctima. Sin más.CRISTINA MARCELO MARTIN. Cáceres

Las derechasplacentinas

Las hondas controversias ideológicas de las derechas placentinas tal vez podrían resumirse en dos propuestas:

a) La ciudad de Plasencia saluda a los pueblos de Badajoz, Cáceres y Mérida.

b) La ciudad de Plasencia saluda a los pueblos del mundo entero.

Queda a gusto de cada una de las dos derechas ubicarse en una u otra posición ideológica o intentar una gran coalición en los términos de la segunda con la Iglesia Católica y demás poderes establecidos en Plasencia. Como no soy de Plasencia, sino de Cáceres y no estoy vinculado a la droite marronne sino a la gauche humaine , quizá no pueda ser el mío un comentario grato a los placentinos ojos de muchas ciudadanas y ciudadanos preocupadísimos por las altos debates ideológicos de los dirigentes políticos afines al republicanismo bushista de Aznar. Soy de los afines al democratismo gorista.JAVIER AGORRETA. Cáceres

Felicitaciónmerecida

Hace unas semanas en el servicio de Nefrología del hospital La Paz Madrid me trasplantaron un riñón tres dioses de la cirugía. Doctor Sanz, doctor Jiménez y doctora Costero, mostrando en todo momento su amplia experiencia y capacidad profesional en devolverme la viveza de mi vida ya mortecina. Entiendo que por su singular sabiduría, buenos comportamientos, sencillez, cariño y simpatía que viene a ser la esencia misma de su educación, llena de rico contenido humanitario, han demostrado ser, tanto con mi persona como para mi acompañante esposa, unos grandes de las cirugía. Visto la generosa voluntad de querer, creo firmemente que para ellos no existe el rencor, ni el odio ni esa apatía que a veces brota de forma mágica en el fondo de la conciencia humana sin saber a qué es debido.

Mi sensibilidad personal me pide que estas modestas pero sinceras palabras se hagan públicas a través de la prensa para que la gente sepa que hay profesionales de la medicina que lo merecen todo.JOSE FRANCISCO HEREDIA BRAÑACáceres