¡Animo!, Amigosde Badajoz

Dice una vieja maldición: ¡Ojalá vivas tiempos interesantes! Y parece ser que a la Asociación de Amigos de Badajoz le ha llegado esa hora. Vuestro valor ciudadano al osar cuestionar las decisiones de la Junta de Extremadura y el Ayuntamiento de Badajoz os han de acarrear más de un disgusto. No es ésta una tierra donde pueda criticarse una decisión política, las limosnas se aceptan calladamente y en silencio. Y además, dando las gracias.

La ley, en este caso de vuestra parte, no vale para nada. Vosotros seréis los culpables y no conoceremos a los responsables del daño sentenciado por un tribunal, el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura. A partir de ahora estáis en la lista negra del que se atreve a ejercer un derecho ciudadano, un derecho que puede ejercer cualquiera siempre que no vaya contra la superioridad.

Queremos con estas letras expresar nuestro apoyo a vuestra labor y deciros que contéis con nosotros para colaborar en la defensa de nuestro patrimonio. La ciudad sabe sobradamente de vuestros esfuerzos en ese camino, todos conocemos dónde surgió el Rastro, cómo nació Al-Mossassa, las visitas guiadas, las charlas en colegios, la colaboración cultural con quien lo solicita. Animo y adelante.

ALVARO MELENDEZ Y PILAR GALAN

Badajoz

¡Vayatela!

Son las 14.30 horas; estoy en mi vehículo en el semáforo de la avenida de la Universidad con Héroes de Baler. De repente un sujeto de desagradable aspecto se tira encima del capó delantero de mi coche llenando el cristal de una espuma negra y mugrienta. A continuación se dispone a pasar por él un trozo de goma negra. Le hago indicaciones al tipo para que "pase de mí y del coche" y nada, "que si quieres arroz, Catalina". El semáforo en verde, los coches hacen sonar sus bocinas, pero el payasete no hace caso. Me bajo para recriminarle su actuación y encima me dice que le dé dinero. Pienso y cuento hasta diez y en esos breves instantes pasa por mi cabeza lo siguiente: "Si al ´caraculo´ le meto dos puñetazos ¿uffff?, no, no procede; policía, comisaría, declaraciones, juzgados...". Total, que monto en el coche y me marcho teniendo que aguantar que el tiparraco me dé un golpe en el vehículo. Vamos, que manda huevos .

ANGEL IGLESIAS MORA

Cáceres

De ambulanciasy peatones

Que sí, que todos sabemos que cuando hay un accidente no hay que buscar culpables; eso al menos es lo que te dice al teléfono el "responsable de la sala" del 112 cuando le preguntas por qué una ambulancia tarda 20 minutos en presentarse a prestar auxilio a un peatón herido.

Y si no, que se lo digan a ese pobre hombre que estuvo esos 20 minutos esperando, tumbadito en el suelo boca abajo, sin moverse, recién atropellado, después de romperle la luna del coche con la cabeza a un conductor imprudente (o despistado quizá, para no ser muy cruel, porque era mayorcete), que pensaba que eso de los pasos de cebra no está para que uno pare cuando pasa la gente y uno lleva prisas...

Digo yo, vamos, que algo fallará. Coordinación, organización, o será cosa de pelas; pero no creo, ya que al final la ambulancia era de la Cruz Roja, que por lo visto está sin blanca y es sabido que trabajan con voluntarios (algunos de ellos limpiando fuel en Galicia, que todo hay que decirlo). Lo que no es muy lógico (ni permisible), es que las fuerzas de seguridad (osease, los locales), tardaran 15 minutos de reloj en personarse a controlar el tráfico de la zona. No andaban muy cerca, pues. Y esto cabrea cuando pasa y uno lo ve, pero más cuando sucede en la puerta de tu casa, donde uno vive, en la calle de Juan Solano Pedrero, a la altura del 28, cuyo paseo a esas horas está rebosante de niños. Gracias a "Manitú" que no se cruzó ningún crío en ese momento.

En fin, creo que estaréis de acuerdo en el hecho de que estas cosas no deberían quedar como si tal, como el que sale del cine. Claro que, como había fútbol en la Primera...

LUIS MIGUEL GIL MURIEL. Cáceres

Abusos sexualesy machismo

El pasado día nueve se publicaron en EL PERIODICO sendas cartas al director en las que personas muy admiradas por mí como la Asociación Malvaluna y doña Cristina Marcelo ven elementos machistas en la defensa que hice de don Ventura Duarte, cuya amistad nunca he ocultado.

Debo decir, ante todo, que en ningún caso me opongo a la tendencia jurisprudencial a conformarse en delitos como los abusos sexuales con el mero testimonio de la víctima, tendencia a la que he contribuido doctrinalmente y celebro como una conquista histórica. Lo que resalto es que ni el Ministerio Fiscal en la vistas del caso comentado, ni mis críticas en sus cartas (si, en cambio, la sentencia, aunque de forma muy endeble), ponen suficiente énfasis en el hecho de que para condenar por el mero testimonio, es necesario que reúna unas características de contundencia, verosimilitud y persistencia no suficientemente acreditadas en el caso, en el que, en cambio, sí aparecen indicios claros de que podamos estar ante una situación muy equívoca, todo lo equívoca que puede ser una actuación sanitaria sobre el cuerpo de la mujer, en la que ésta puede sentirse utilizada sexualmente, por resumir de alguna manera las reflexiones que hice.

La Asociación Malvaluna afea, además, que aluda a lo infamante que puede ser la imputación de hechos delictivos como los sexuales y me olvide de la víctima. Puesto que no creo que la asociación me crea capaz de pensar que los abusos sexuales no atentan contra la dignidad de la mujer, me apresuro a reiterar que incluso la forma más leve de abusos, castigada con pena de multa, la percibirá el condenado como una pena socialmente gravísima, sobre todo cuando la imputación tiene lugar en el transcurso de la actividad profesional; razones, pues, todas ellas, para extremar las cautelas a la hora de dar por suficiente el testimonio de la víctima.

La señora Marcelo Martín, por su parte, ve, además, una dosis de machismo en mi argumento contra la estimación como agravante de la edad de diecisiete años y la existencia de relaciones sexuales normales. Como no creo que mi crítica me considere capaz de pensar que no cabe atentado contra la libertad sexual de la mujer, o sea éste menos grave cuando tiene cierta edad, esté casada o sostenga relaciones sexuales normales, creo que me comprenderá si digo que, sobre la base de que la gravedad de los abusos sexuales estriba en el atentado contra la mujer, cualquiera que sea su edad, estado civil, etc., la agravante es pertinente cuando se trate de niños pequeños, a los que además del atentado a la libertad sexual propia del delito, se añade el gravísimo peligro de influir negativa y traumáticamente sobre la formación de su personalidad.

Sinceramente, creo que no merezco ser tildado de machista, porque ni minimizo la gravedad de los delitos que tienen habitualmente a la mujer como víctima, ni oculto los pretextos que los jueces varones puedan dar para no perseguir enérgicamente estos delitos; lo único que he hecho en este caso es advertir de que se deben extremar las cautelas cuando está implicada la actividad sanitaria.

JOAQUIN CUELLO CONTRERAS. Cáceres