Manifestacionesfáciles y gratuitas

Tal y como se ha manifestado reiteradamente, la Consejería de Educación mantiene el máximo respeto al ejercicio de la libertad de expresión. Ahora bien, cuando aquélla se ejerce con el único ánimo de que se mantenga una incertidumbre de ilegalidad o mal hacer sobre la situación que se critique (caso de don Jesús Martín Luengo), desde luego que no vamos a poner la otra mejilla.

Desde que la Junta asumió las competencias en materia de enseñanzas previas a la universidad se han ofertado casi 3.000 plazas docentes, aumentando significativamente las ofertas públicas que se realizaban en años anteriores.

Es lógico que el número de aspirantes sea siempre superior, que todos se preparen y dediquen tiempo y esfuerzo, que piensen que están bien preparados y merezcan una plaza; pero sin embargo, no todos la pueden obtener. Y esto no significa que quien la obtiene, por sus mejores resultados, le usurpe o le niegue dicha plaza a quien no la obtiene: qué pensarán los opositores que en al año 2000, 2001 y 2002 obtuvieron plaza, al oír que son acusados de usurpación. Todos ellos desarrollaron, a juicio de los tribunales, ejercicios que les otorgaron las calificaciones correspondientes y que junto a sus méritos en la fase concurso fueron suficientes para la obtención de su plaza.

Aunque determinados aspirantes, al estar disconformes con los resultados obtenidos, opten a título individual por ejercer su derecho a acudir a los tribunales de justicia, en modo alguno puede afirmarse que los procesos no sean válidos. Sólo pueden aprobar aquellos que obtengan las mayores puntuaciones.

Pero en ningún caso esta situación legitima a los que no obtuvieron plaza a realizar manifestaciones fáciles y gratuitas con el objeto único de ofender infundadamente a los tribunales de oposición o a aquellos opositores que lograron ser funcionarios de esta consejería debido su esfuerzo, estudio y actuación en los procesos selectivos.

CONSEJERIA DE EDUCACION,CIENCIA Y TECNOLOGIA. Mérida

Los Testigosde Jehová

Soy ama de casa que además trabajo. Son incontables las veces que los sábados por la mañana llaman a mi puerta.

Abro pensando que es alguien de mi entorno familiar, amistoso o el panadero, y me encuentro con dos o más personas desconocidas, muy atildados y muy educados, eso sí, que te preguntan si a pesar de tus quehaceres les puedes atender. Como ya intuyo de que va, les pregunto si son Testigos de Jehová, Al contestarles que no me interesa hablar con ellos pienso que la cuestión está zanjada, ¡Valiente ilusa! Porque a continuación empiezan a insistir e insistir.

Mi siguiente contestación es siempre la misma. Miren ustedes, yo no les conozco de nada, y no me permitiría nunca ir a sus casas a contarles cuales son mis creencias. Por tanto considero que igualmente ustedes no tienen ningún derecho a venir a mi casa y forzarme a escucharles, es una falta de respeto y puede ser hasta anticonstitucional.

¿Creen que se acaba aquí? Pues tampoco, porque a continuación me preguntan si soy creyente o no creyente.

Ya bastante mosqueada le respondo que no son quién para preguntarme eso, que no entro a discutir de esas cuestiones con desconocidos, y que me van a forzar a cerrarles la puerta, cosa que no he hecho por educación, y ahora por fin se van.

¿Pero de que va esta gente? Si quieren conseguir adeptos que prediquen en la plaza pública, allí el que quiera les escuchará y el que no se dará la vuelta, pero que no vayan por nuestras casas dándonos la tabarra.

TRINIDAD ENRIQUEZ. Cáceres