Gracias,Cañaveral

Tal vez se necesite una desgracia para darse cuenta de que en esta vida aún existen bastantes personas humanitarias. En la noche del sábado se produjo un horroroso incendio en la sierra de Grimaldo, cuya magnitud fue tal que todo el pueblo y su urbanización tuvimos que ser evacuados con urgencia. Nos trasladamos a Cañaveral, donde numerosas personas, en la casa de cultura, nos facilitaron toda clase de ayudas, sin dejarnos ni un momento solos. Desde este medio, mi familia y yo, queremos agradecerles, toda su dedicación y apoyo incondicional, en los momentos críticos que durante toda la noche pasamos.

ROSA M. ROA OJALVO. Cáceres

El recinto ferial,la ciudad sin ley

Noche de sábado. Mis amigos/as y yo nos disponemos a salir de marcha. Decidimos hacer un botellón , por lo que pretendemos desplazarnos al recinto ferial de Cáceres en uno de los autobuses urbanos que, según el ayuntamiento, salen cada media hora. Tras percatarnos de que sólo hay uno que realiza el recorrido, decidimos ir caminando. Al llegar, comenzamos nuestro botellón hasta que decidimos entrar en el recinto hípico, donde me cobran cinco euros por la entrada. Curiosamente, muchas personas poseen unas tarjetas que les permiten entrar gratis. Cuando entro, me acerco a la barra y pido mi consumición. Un empleado me dice que, si quiero orinar, no debo ir a los servicios, sino que debo hacerlo en una valla. Sobre las 6 de la madrugada salgo del recinto y, tras observar que la pareja de policías municipales que estaban a las 1 de la madrugada ha desaparecido, compruebo que los autobuses urbanos no existen, por lo que no me queda más remedio que pelearme por un taxi. Por fin consigo introducirme en uno con mis amigos/as y observo el panorama final: taxistas que vuelvan a 100 km/h en un tramo con la velocidad limitada a 50 (¿lo del radar sólo vale para algunos?); ni una sola pareja de policías realizando controles de alcoholemia; coches ocupados hasta por siete personas... Lo dicho, la ciudad sin ley. Tras pagar el taxi, me maravillo por la fabulosa alternativa de ocio que el ayuntamiento nos ha brindado.

JAVIER PEREZ JIMENEZ. Cáceres

¿Quién matóa Joaquín Sabina?

Me sorprende que en una tierra como esta nuestra, donde tan raros son los autores con talento, donde tan difícil es encontrar un escritor que no caiga en lo redundante, en lo escatológico o que no hurgue una y otra vez en el manido asunto de la guerra civil y sus atrocidades, aparezca un libro como Yo maté a Joaquín Sabina , de Florián Recio, y pase sin pena ni gloria. ¿Es que tan sobrados estamos de escritores auténticos? ¿Es que va a tener razón Martín Tamayo y para que alguien te haga caso en Extremadura antes hay que haber triunfado más allá del túnel de Miravete o tener la bendición de Alvaro Valverde?

No sé, quizás estoy equivocada y resulta que lo que digo sólo son un puñado de tonterías y este señor es un autor muy valorado, y yo sin enterarme, pero lo cierto es que me sorprendió tanto la prosa de Recio, su ironía y su forma de decir que quise regalarle unos ejemplares a mis amigos y no he sido capaz de encontrarlo en mi ciudad. Tampoco creo haber encontrado ni una sola línea en las páginas de cultura de ninguno de los periódicos regionales criticando para bien o para mal el susodicho libro. Tengo la sensación de que una vez más pasamos por alto un valor cercano y realmente extremeño, pero que tendrán que ser los de fuera los que nos abran los ojos.

ANTONIA BARRANCO. Montijo