El abastecimientode agua a Cáceres

Comienza don Félix Cerrudo su carta al director, publicada el pasado 23 de septiembre, haciendo mención a cierto revuelo desatado por el encuentro de determinados bidones con material inerte, en el embalse desde el que la ciudad de Cáceres realiza sus tomas alternativas de agua en momentos de escasez de su habitual recurso.

Parece, asimismo, que el autor cuestiona el tratamiento de las aguas residuales, realizado en la EDAR de la ciudad, sugiriendo que el río Guadiloba, a su paso por la carretera de Torrejón el Rubio, discurre en unas condiciones inadecuadas, y se pregunta finalmente acerca de quién puede ser el culpable de un supuesto atentado a la salud de los cacereños, que está evidentemente descartado.

Debe saber el señor Cerrudo que, con su gratuito cuestionamiento, está poniendo en duda la seriedad del trabajo de más de quince personas que desde la empresa se dedican exclusivamente a la explotación de esa instalación, que hoy por hoy funciona perfectamente; pero no sólo eso, sino que también cuestiona la seriedad de la Farmacia Municipal del Ayuntamiento de Cáceres, que realiza controles periódicos, informando a la corporación de la buena o mala marcha de los resultados del tratamiento de este agua.

Cuestiona, asimismo, la seriedad de los controladores y analistas contratados a su vez por la Confederación Hidrográfica del Tajo, organismo dependiente, como sabrá el señor Cerrudo, del Ministerio de Medio Ambiente, que también realiza análisis de este agua con periodicidad establecida; y cuestiona, por último, la seriedad de los controladores y analistas contratados por la Junta, que sin ir más lejos, los pasados días 9 y 16 de septiembre (últimos que realizó análisis en la depuradora) constataban unos rendimientos de depuración del 98,5% en la reducción de sólidos y DBO.

Nos parece, sinceramente, mucho cuestionar para alguien que, obviamente, no tiene datos acerca de lo que cuestiona, toda vez que si los tuviera no cometería errores tan abultados como los que contiene su carta, en la que por último anima a no sé qué responsable a marcarse como objetivo dotar a Cáceres de una nueva presa, sin saber el señor Cerrudo que esto es algo en lo que se está trabajando ya desde hace más de un año y también con tanta seriedad como en la EDAR de Cáceres, cuyos resultados creo que puedo poner desde este mismo momento a su disposición por si lo quiere comprobar.GERARDO DIAZ GARCIA, director-gerente del Canal de Isabel II. Cáceres

Poca deferencia delconductor del autobús

El pasado día 18 de septiembre mi hija, junto a otros compañeros que cursan estudios en el colegio San Antonio de Padua en las nuevas instalaciones del mismo, junto a la urbanización La Sierrilla, se dispusieron, poco después de la salida de clases, 14.30 horas, a tomar la línea 5 de los autobuses urbanos que tiene su parada en la urbanización antes mencionada.

No sé si porque el autobús que cubre esta línea se adelantó en su horario de llegada habitual o porque los críos se retrasaron, cuando llegaban a la parada observaron que éste iniciaba la marcha, por lo que echaron a correr junto al mismo con las carteras a sus espaldas, con el esfuerzo que para ellos significó llevar un peso semejante a la carrera. Según los chavales, el conductor se percata de su presencia y, aunque esto no hubiera sido así en principio, es difícil no verlos correr junto al autobús gritando para llamar su atención por los espejos retrovisores del vehículo.

El caso es que no paró, dejándolos en tierra, lo que supuso que en lugar de llegar a las tres de la tarde a casa, hora habitual, llegara a las cuatro menos veinte.

Soy consciente, a la hora de escribir estas líneas, que estos profesionales tienen que cumplir una ruta en un tiempo determinado, pero no creo que parar un minuto para que pudieran subir supusiera un trastorno inasumible para un autobús urbano.

Esta actitud, evidentemente, no se puede generalizar, ya que otros conductores, según me comenta mi hija, incluso preguntan si están todos antes de arrancar.

Sólo se me ocurre un adjetivo para definir la actitud del conductor de esa línea, ese día y a esa hora, si se dio cuenta de lo que sucedía: mala leche.TOMAS SIMON RAMAJO. Cáceres