EN CACERES

Empresariales: laglorieta del desespero

Ángel Iglesias

Cáceres

Que una ciudad como Cáceres sufra el enorme tapón, el descomunal atasco, en horas específicas, en la glorieta de empresariales, dice todo sobre el gobierno al que competa ese tipo de asuntos. No es una cuestión de rojos o azules, verdes o rosas, esto ya viene de lejos. Las bandas políticas, sean del signo que sean, son todas iguales. Convergen todos en un punto común, pegarse la vida padre. Pero una cuestión como esta a la que me refiero, tiene una sencilla solución, solo que estos incapaces, estos disminuidos gestores de lo público, vividores también, de lo público, no dan para más. Tenemos los medios, tanto humanos como materiales, para que el ciudadano, que al fin y al cabo es el que paga a los deficientes y apoltronados "gobernantes", no sufran y desesperen, en una atorada zona de la ciudad.

Si hay que poner un guardia para regular el tráfico, se pone. Uno o cuarenta. A ver si se entera quién coño sea, que los medios y los guardias, los pago, entre otros muchos, yo. Para ellos, son asuntos de pecata minuta. Si tienen que circular por zonas con problemas, ponen sirenas y ya se encargan los guardaculos de abrirles el paso. O diré algo: sois patéticos, os ganáis el asco del ciudadano medio. Si es que queda ciudadano medio. Tengo la seguridad, que esta ciudad, sin vosotros, iría como la seda.

ERRORES

La Justicia

Emilio Puig Parcerisa

Badajoz

Justicia: Virtud de dar a cada cual lo que le corresponde. Hermosa frase, merecedora del máximo respeto, pero son excesivas las veces que los errores, y la ligereza en aplicarla de los que actúan en su nombre, el resultado es contrario a su significado, habiendo casos que han destrozado la vida a personas, sin ninguna consecuencia para los responsables por funestos que sean los resultados. Parabién al denunciante del violador, mención especial al policía que lo detuvo, satisfacción del abogado por el éxito del juicio, alegría del jurado por ponerse de acuerdo en la decisión de culpabilidad y tranquilidad del juez por poner sentencia a un caso tan claro. El macabro resultado de tanta complacencia han sido trece largos años de reclusión carcelaria para el joven, cuya acusación de violación estaba basada en equívocos y falsedades. No es la justicia la que hierra, sigue altiva, intacta, por que los estrepitosos fallos que le achacan, son cometidos por individuos que viven a su costa, sin vocación en sus obligaciones ni garantía en sus cometidos, arropados en su impecable manto pueden manipular y tergiversar las leyes bordeando la legalidad, sin tener en cuenta que está en juego el ser o no ser de un humano, llevándola al descrédito y la desconfianza de la sociedad.