EDUCACION

La universidad, un sueño

Silvia Cordero

Se acerca un momento decisivo para muchos estudiantes: la selectividad. Y con ella, nervios y presión. Nervios por los exámenes y por el deseo de no fallar, lo que supondría arrojar por la borda toda una trayectoria de esfuerzo. Presión por obtener buenos resultados para poder entrar en la universidad. Pero ahí está el quid de la cuestión: en muchos casos, la universidad es una lucha económica para nuestros padres. Hoy en día estudiar una carrera se ha convertido en algo únicamente accesible para la clase alta. En vez de avanzar y progresar, parece que estamos haciendo lo contrario, volver al pasado, donde para la clase obrera estudiar no era más que un sueño imposible. Actualmente, podemos encontrar varios grados universitarios que solo se imparten en centros concertados o privados, a los cuales muchos estudiantes no podemos acceder por su elevado coste, por lo que debemos conformarnos con estudiar cualquier otra carrera que no es tan de nuestro agrado. Así funciona nuestro sistema, pero no nos podemos rendir, tenemos la suerte de formar parte de las futuras generaciones que cambiarán dicha situación e intentarán acabar con las diferencias económicas y sociales.

POLITICA

Injusticias del siglo XXI

Javier Parera

Mientras el arqueólogo se encontraba en unas excavaciones en las afueras de Pekín, accidentalmente cruzó la línea espacio-tiempo y se despertó en la China medieval. Allí, el emperador Kublai Khan lo trató bien e incluso formó parte de su séquito como asesor. Una mañana asistió a la ejecución de unos gobernadores. "Pedían a los campesinos más parte de la cosecha --dijo el emperador-- y luego se enriquecían. ¿Qué opináis, extranjero?". "Majestad --respondió el arqueólogo--. En mi país castigan a los débiles y favorecen a los ricos, los cuales, ante el tribunal, siempre contestan cosas como no lo sabía , no voy a dimitir , soy inocente . Cambiaron de gobernantes y, antes de preocuparse por el pueblo, pelearon como niños por hacerse con el poder. Llevan semanas así". Kublai Khan no entendía nada. Pero la amada del arqueólogo, Jing, sí. Una tarde, en los jardines imperiales de Janbalic, la capital, el profesor cruzó la línea espacio-tiempo de la misma manera y volvió a las mismas injusticias del siglo XXI.