ENFERMEDADES

Me has enriquecido

Anna Aventin

Soy maestra de educación primaria. Este año ha sido diferente al resto. He vivido nuevas experiencias y compartido diferentes puntos de vista. Durante estos últimos meses, lo que más me ha hecho enriquecer como persona y como docente ha sido verte día a día, cómo avanzabas, luchabas y sobre todo cómo sonreías ante las adversidades. La energía, entusiasmo y ganas que demuestras cada día son admirables. No todo el mundo tiene esa valentía para enfrentarse a una realidad tan dura. No dejes nunca de luchar. Estas palabras van dirigidas especialmente a ti, A. Y también a todos los niños y niñas valientes. Gracias por luchar contra la leucemia y hacer frente a una realidad que no es propia de esta edad. Debería estar en la escuela con sus compañeros, y en cambio vive entre el hospital y su casa. Como docente que he tenido la suerte de compartir ratos con vosotros, os quiero dar las gracias por abrirme los ojos a una nueva realidad. Ha sido una experiencia única. Todos vosotros tenéis diferentes puntos de vista que nos hacen ver la vida de otra manera. Tenéis fuerza, conservarla, eso es lo que os hace personitas extraordinarias.

EMPLEO

Perdón, hijo, no voy a poder pagarte la universidad

Alfonso López

Si, hijo mío, y como no tengo valor para decírtelo a la cara, lo hago público a través de esta carta.

Tú ya sabes que me quedé en paro con 50 años y que tardé cuatro en encontrar otro empleo. Me sentí afortunado porque me ofrecieron un sueldo de 1.500 euros. Gracias a la flexibilidad laboral, tan demandada por los empresarios, este sueldo ha pasado después de tres años a ser de 900 euros. Como bien sabes, a final de mes llegamos gracias a la ayuda de tus abuelos. No sé cómo explicarte la vergüenza que siento por todo ello. Porque sé que eres un chico muy buen estudiante y responsable y te mereces seguir con unos estudios que el día de mañana te permitirán encontrar un trabajo con el que ganarte la vida con dignidad.

No te mereces el mundo que te vas a encontrar porque, cuando yo tenía tu edad, ya luchábamos por una sociedad más justa. Primero, expulsando a los dictadores, y después, trabajando para conseguir leyes con las que lograr eso, una sociedad más justa. Pero está claro que hemos fracasado, porque la sociedad es ahora más injusta y compleja. Los poderosos de uno u otro signo juegan al doble juego del paternalismo y del palo y la zanahoria y al final, los que estamos en el eslabón más bajo de la sociedad estamos igual que en el XIX, que me imagino que es lo que se pretendía con esta farsa de crisis económica.

Pero nada de todo esto me consuela, porque llega uno de los momentos más importantes de tu vida y yo no voy a poder ayudarte. Hijo mío, perdóname por no poder ofrecerte mi ayuda en este momento tan significativo.