PRESION EDUCATIVA

De tanto estrés se me va a caer el pelo

Teresa Castaño Martín

Cáceres

En los últimos años, el nivel de ansiedad y estrés en alumnos de diversos cursos educativos, desde secundaria, hasta cursos de formación profesional o universitaria se ha incrementado de forma excesiva. Con este motivo quiero dar a entender al público que hay ciertos límites que debemos prevenir y conocer para estos casos. El estrés escolar es definido como una alteración provocada por presiones de razones diversas, las que pueden estar generadas por el exceso de actividades, la presión de los profesores en el proceso de aprendizaje de sus alumnos y, obviamente, la que ejercen los padres sobre sus hijos. Esto supone, a diferentes escalas, un posible descenso del rendimiento del alumnado y, por ello, que estos se agobien aún más, haciendo que se cuestionen si todo lo que están pasando les será de algún modo premiado en un futuro, pensamiento que les perjudicará de nuevo. En concreto, el caos de bachillerato, con los nuevos programas e itinerarios, supone un agravante a este hecho, puesto que la suma total de horas respecto a las optativas que se necesitan para cursar estudios superiores son insuficientes; sumándose a la causa el gran interrogante de ¿Selectividad o revalida? ¿Se harán pruebas de acceso en las universidades? Conozco ya varios casos de compañeros que temen el presentarse a exámenes aunque hayan estudiado para sacar notas brillantes y me incluyo en esto último porque la desmotivación que sentimos en ocasiones, de que nadie se implica en ayudarnos, de que nadie demuestra que con estos cambios se nos está haciendo un bien a todos nos hace preguntarnos en qué nos hemos metido y si tendremos oportunidad de salir adelante para seguir nuestra vocación y nuestras metas en la vida.

ACOSO

No significa no

María Montero

Gerona

Hace unos meses fui un fin de semana de excursión. Aunque iba sola, al final hice algunas amistades de mi edad. Uno de ellos, un chico de 18 años, parecía estar muy "entusiasmado" conmigo. Tanto, que le hacía competencia a mi sombra siguiéndome a todas partes. Apenas disfruté de la excursión, ya que mi mayor preocupación era escapar de su incómoda compañía. Me refiero a insinuaciones, obstrucciones de mi espacio vital y tocamientos aparentemente insignificantes. Los demás se reían ante mi incomodidad y victimizaban al "pobre chico" cruelmente rechazado. Esta anécdota supone una ínfima parte del infierno vivido por muchas mujeres.