A la cacereñaseñora Maestre

Me gustaría precisar, señora Maestre Moreno, doña Ana Carmen, que no desprecio a su amada ciudad de Cáceres sino todo lo contrario. Es más, con su permiso, yo también la amo. En el artículo que menciona (llamando, de paso, al linchamiento), hice alusión a una jornada sobre mi ciudad natal donde leí un texto en el que, entre otras cosas, dije que, para el futuro, prefería una Plasencia "más salmantina que cacereña". Añadí entre paréntesis que no hablaba "de conceptos geográficos". Olvidemos, por una vez, la manía localista, regionalista y nacionalista. Hablaba de "modelos de ciudad". A diferencia de Cáceres (que aspira seguramente a ello), y a pesar del alcalde Lanzarote (que hace lo que puede por ir hacia atrás), Salamanca es un lugar cuyo centro histórico está plenamente vivido, ha dado un carácter peatonal a sus comerciales calles céntricas, ha llevado a cabo una ejemplar recuperación de su patrimonio histórico-artístico y, en fin, tiene (casi) todo aquello que convierte a una ciudad en una verdadera capital de la cultura, otra noble aspiración de la universitaria Cáceres que apoyo, cómo no, sin tibiezas ni ambages. Uno debería poder elegir los modelos de ciudad que más le interesen, sobre todo cuando son ejemplo para los especialistas en urbanismo.

Siento haber discrepado con usted, pero me alegra mucho más haber coincidido con las apreciaciones del profesor Antonio Campesino, expresadas con la solvencia que le caracteriza en la misma jornada placentina. Lo que no le consiento, doña Ana Carmen, con todos los respetos, es que me diga de lo que debo escribir. Para eso ya está doña Consuelo. Si no le gusta lo que escribo, deje de leerme. Me evitará, de paso, la molestia de tener que contestarle.

ALVARO VALVERDE. Plasencia

Ascensorespeligrosos

El viernes pasado, al regresar en coche por la avenida de España, presenciamos una gran actividad de todos los profesionales que atienden a la seguridad de los ciudadanos: policías, bomberos, ambulancias, etcétera, que nos hicieron pensar, por los medios desplegados, que algo grave debía suceder. El sábado, por la prensa, nos enteramos de lo que había sucedido: "Once niños se meten en un ascensor para seis personas y quedan atrapados en él".

Hace pocos días, en nuestro edificio, ocurrió lo mismo al ser utilizado el ascensor por un número superior al recomendado por el fabricante. Tampoco hubo desgracias personales, si bien se doblaron puertas y otros elementos para poder salir.

Aunque siempre el motivo de bloquearse el ascensor no será por el exceso de peso, en los dos casos que contemplamos sí lo fue. Por ello me pregunto: si el organismo a quien corresponde (creo que es Industria) viene recomendando a las comunidades de propietarios la instalación de dobles puertas y otros, para mayor seguridad, por qué no obliga a los fabricantes a instalar en los ascensores un dispositivo que evite la puesta en marcha de los mismos al rebasar el peso recomendado.

R. ROMERO BARBOSA. Cáceres