NUEVA LEGISLATURA

Una democracia miedosa

Vicente Ortega

Auxiliar sanitario

A medida que los ciudadanos vamos conformando una idea clara y precisa del concepto de democracia que los llamados políticos profesionales nos muestran en su discurso, y lo que es mucho más evidente, sus actuaciones concretas, no quedan apenas dudas de su pobrísimo nivel de intensidad democrática destinada al uso ciudadano, un nivel tan y tan precario que podría ser asimilable al modelo de empleo al que nos tienen destinados.

Ahora, los políticos, los pesos pesados empresariales, los banqueros, los medios de comunicación y todos aquellos que crean opinión pública nos machacan constantemente con un discurso a lo George Orwell que quiere meternos el miedo en el cuerpo al convertir unas nuevas elecciones en la madre de todos los desastres. O sea, ¿consultar la opinión de la población en una democracia es una suerte de plaga bíblica? Esta democracia de baja intensidad, este sucedáneo, le tiene miedo a la opinión de la población. Esa es su lógica; lo ha demostrado de una forma reiterada y vergonzosamente cansina. Todavía estamos esperando una consulta popular sobre la monarquía y la república, hurtada una y otra vez; la consulta sobre el futuro de Euskadi y Cataluña; una nueva consulta sobre el papel mojado que las condiciones del referéndum de la OTAN fueron, el destino de nuestros impuestos, etcétera, etcétera.

EDUCACION

Formación profesional

Aniceto Ramírez

Profesor de FP

Nuestro sistema educativo es demasiado academicista en lugar de ir dirigido a la adquisición de competencias profesionales. No es normal que el 70% de los graduados en ESO se matriculen en bachillerato y que tan solo el 30% lo haga en FP. Miles de nuestros jóvenes se preparan para pasar una selectividad que les permita acceder a la universidad. Esos jóvenes no adquieren ninguna capacitación profesional hasta cuatro o seis años más tarde. Mientras tanto, el pequeño porcentaje que comenzó su andadura por la FP cuando cumple 18 años ya tiene una primera titulación, ha hecho unas prácticas obligatorias en empresas, quizás un Erasmus y posiblemente hasta ha firmado su primer contrato de trabajo a tiempo parcial. Mientras tanto, miles de los otros jóvenes están acabando con esa misma edad sus carreras universitarias o másteres y cuando quieren acceder a un puesto de trabajo de nivel intermedio, este ya ha sido ocupado por los compañeros que cursaron FP. Intentan entrar entonces por la base de las empresas, pero no les compensa el salario con el esfuerzo formativo que han hecho.