Mañana empieza el año político en Extremadura. Siempre se dejan pasar los reyes magos para iniciar, de verdad, la anualidad de sus señorías y retomar gobierno y oposición los menesteres propios de su cargo. ¿Todo sigue igual? Pues no. Ha pasado Cataluña, sus elecciones, y ha trastocado el status quo en el que andábamos metidos, la desidia propia del acontecer de la legislatura. Como cuando uno tira una piedra contra un portón de chapa, que todo el mundo se asusta y tiene que parar un rato para enterarse de qué ha ocurrido realmente. Pues bien, lo que ha pasado tras el 21-D es que el PSOE cae, el PP cae más aún, Podemos se desinfla y Ciudadanos emerge con voz propia hasta el punto de que, de seguir así, dará el sorpasso a los morados y será imprescindible allá donde se presente a la hora de conformar gobiernos.

En Extremadura, de manera abierta no se dice nada de las sensaciones o las lecturas que arrojan las elecciones catalanas. Es más, se explica siempre que se pregunta que se trata de un escenario muy distinto al nacional y no digamos nada al regional, donde la supremacía del PSOE y el PP no deja opciones claras al resto de nuevos partidos. Es verdad que socialistas y populares siguen sumando en la región en torno al 80% de los votos, las encuestas internas que realizan así lo describen. Es lógico si se tienen en cuenta los ayuntamientos que gobiernan y la estructura de partido de que gozan, pero es evidente que ese 20% de sufragios que falta para conformar el Parlamento regional es lo que permite construir una mayoría y, por ende, un gobierno o, de lo contrario, irse a la oposición. Y ahí radica el objetivo.

En las próximas elecciones autonómicas de mayo del 2019 no va a haber mayorías absolutas. Eso ya lo tiene claro todo el mundo. En consecuencia, ¿si hay cuatro posibles jugadores (PSOE, PP, Podemos y Cs) y dos de ellos son claras opciones al gobierno como son el PSOE y el PP, si baja Podemos a quién beneficia? Evidentemente al PSOE. ¿Y si sube Ciudadanos? Pues evidentemente perjudica al PP aunque --y ahí está la clave-- también al PSOE.

Podemos se quedó con el electorado de Izquierda Unida, arañó votos a mansalva al PSOE y recabó apoyos de toda esa gente desencantada de los grandes partidos que pedía cambios trascendentales en la política. Con el paso de los años y los derroteros por los que ha ido la formación, todo eso ha cambiado. El aura de novedad ya no se puede presentar y la sangría al PSOE se ha detenido hasta el punto de que los electores fugados están desandando el camino. Los morados andan de cabeza de un tiempo a esta parte sin saber muy bien cómo dar con la tecla y sus bandazos a nivel nacional hacen demasiado daño a nivel autonómico. ¿Están o no están con los independentistas? Nadie lo sabe, no hay discurso nacional de una formación que basa buena parte de su éxito en sus dirigentes nacionales. Y así les va, claro.

Ciudadanos está de moda. Quizás sea frívolo afirmar esto en política. Pero es como en todo, las tendencias marcan a la gente y la llevan a coincidir o confluir en una misma dirección. Los naranjas son para los desencantados de la política el último descarte: ¿Ni PSOE ni PP, ni mucho menos Podemos? Pues Ciudadanos. Pero es que, además, la formación de Rivera ha sabido ocupar esa esfera ideológica de centro liberal donde se ganan las elecciones y no anda con titubeos a la hora de marcar una ideología. Eso le ha permitido sobrepasar a Podemos y nadie niega ya que jugará un papel llegado el momento de conformar mayorías. Están haciendo estructura en Extremadura y van a presentar candidaturas en las 20 poblaciones mayores de la región. Eso les dará la bolsa de votos que precisan para sobrepasar el 5% que les permite entrar en el reparto de escaños tanto por Cáceres por como Badajoz.

Quedan PSOE y PP. Son las dos opciones de gobierno hoy por hoy en Extremadura y ambas andan en franco retroceso a nivel nacional. Rajoy no levanta pasiones y parece sucumbido por el ascenso de Rivera y al fantasma de Aznar que encima lo vitorea; y Pedro Sánchez, que parecía haber emergido de las cenizas, está falto de ideas y desaparecido desde que parece que la unión de la izquierda ya no es la mejor opción. Así pues, nos quedamos con Vara o Monago a nivel autonómico, donde el primero juega con ventaja dado que está en el gobierno y siempre es mejor punto de partida, y el segundo anda dándole mamporros a ver si mella su imagen y recobra el aura que lo encumbró en 2011.

Queda año y medio y eso en política es una eternidad, pero las cartas están echadas y con ellas hay que empezar la partida hasta que llegue la mejor mano y a ser posible coincida con las elecciones.