TEtn la T-4 madrileña, en Navidad, descarriló el tren de la esperanza. Estarán satisfechos de su eficacia quienes llevaban meses poniendo, un día sí y otro también, piedras en la vía. Sí señor, han conseguido que vuelvan las bombas y que la Asociación de las Víctimas del Terrorismo, enfrentada al proceso de paz, tenga en su haber, dos víctimas más.

Como cualquier hecho, este también hay que analizarlo desde el cuiprodest, a quién aprovecha. En primer lugar a los asesinos, que han demostrado que pueden poner bombas y matar cuando quieran, porque para eso llevan años entrenando, conocen el terreno y andan bien pertrechados de odio. También beneficia este atentado a los carroñeros que ven en el terrorismo una fuente de ingresos económicos: quiero recordar el peregrino argumento que esgrimía el padre de un hijo guardaespaldas: "este proceso de paz de Zapatero va a quitarnos mucho pan a los trabajadores de la seguridad: la pasta que se gana en el País Vasco y en Madrid como guardaespalda no se consigue en ningún otro sitio".

Felices estarán los doctrinarios que pensaban que entre los cascotes y las bombas crecerían sus votos y los defensores de quienes alentaron siempre un argumento tan rotundo como el de la Terminal de Barajas para demostrar que tenían razón. La razón de que los asesinos eran asesinos y que podían volver a las bombas, algo que ya sabíamos, pero se trataba de que abandonaran sus obsesión por matar domesticando su instinto carnicero con la vuelta al estado de derecho. Ese empeño fue perseguido sin tregua hasta que se produjo el esperado atentado, el canto del fracaso de la política gubernamental y la consiguiente vuelta a los entierros, las manifestaciones y el miedo. No fue obstáculo el haber recorrido antes el camino y conocer las dificultades para multiplicar éstas, agrandar los baches y las zanjas y hasta olvidar el acompañamiento que los ciudadanos prestaron en su día, tanto en el empeño como en el fracaso.

Tanta gente dedicada a poner palos en la rueda, han logrado que la rueda reviente y que el terrorismo vuelva por Navidad: ahora que nos expliquen esos beneficiarios de los cascotes de la T-4 qué estómago tienen.

*Licenciado en Filología