Corren tiempos difíciles para todo aquello que no sea postureo, puro egoísmo y porque yo lo valgo.

Corren tiempos difíciles en que resulta complicado vivir, como si eso no fuera lo más urgente, lo inmediato, en que no queda espacio para los niños ni para los mayores, pero tampoco para nosotros, justo en medio.

Como no nos paramos a pensar ni a nada provechoso, no nos damos cuenta de la inutilidad de los días dedicados a correr, a seguir avanzando sin mirar lo que dejamos atrás o a los lados del camino. Ni educamos hijos, ni cuidamos padres, ni valoramos el día a día que perdemos buscando no sabemos qué cosa.

Corren tiempos en que el esfuerzo es algo ridículo que se deja para los pobres de solemnidad y a los tontos, porque los listos ( no los inteligentes, sino los listos) consiguen todo sin mover un dedo, y de la misma forma lo desdeñan, máster va, máster viene, en el difícil arte del birlibirloque, ahora lo ves, ahora no lo ves, a lo mejor porque no ha existido nunca.

Por eso conviene celebrar los aniversarios, sobre todo aquellos que nos recuerdan que no todo tiene que ser de usar y tirar, perecedero y mustio como una hoja de lechuga en la basura.

Por eso felicito de nuevo al periódico en el que escribo, porque cumplir noventa y cinco años es un logro y un motivo de alegría. Puede que noventa y cinco años no sean muchos en el cómputo general de los años de nuestro planeta (que se lo pregunten si no a los avispados constructores que edifican en los cauces de los ríos o al lado del mar, porque creen que cincuenta años en la edad geológica es mucho tiempo, cuando no es apenas sino un suspiro). Pero en el cómputo de los años periodísticos casi un siglo es un milagro.

Ahora que todos se creen reporteros porque copian y pegan o comparten o retuitean noticias seguramente falsas, y todos son fotógrafos porque tienen cámara en el móvil, ahora es justo cuando resulta importante y necesaria la figura del periodista.

Uno de verdad sabe seleccionar, cribar, resaltar lo importante y eliminar lo superfluo. Un periodista discrimina, igual que un fotógrafo. Vivimos días difíciles, nos enfrentamos a una avalancha de información que necesitamos procesar.

Los periódicos sirven para eso. Para informar, pero también para formar. Y que uno de ellos, el mío, si se me permite decirlo, mi casa desde hace ya algunos años, cumpla casi un siglo, constituye una celebración en toda regla.

Por eso felicito a todos los que lo han hecho posible, todos los que nos ayudan a interpretar el mundo, y nos prestan los ojos para que sigamos mirando aquello que a veces no queremos ver.