TAt las siete de la mañana de hoy, cuando aún no se haya hecho de día en un aséptico despacho del Paseo de la Castellana, el portátil de Alfonso mostrará como página de inicio en internet la de nuestro periódico. Minutos después, Toni se pateará varios centros comerciales de la desmoralizada periferia madrileña para explicar a los ociosos o apresurados compradores las virtudes de las tarjetas de crédito que intenta colocar . A varios kilómetros, Esther intentará ganarse la vida vendiendo donuts en el Parque Warner, desesperada tras haberse sacado Magisterio y harta de vivir para las oposiciones . Los tres tienen en común algo: son extremeños y pertenecen a la segunda emigración , una epidemia cada vez más pegajosa. ¿Por qué muchos de nuestros jóvenes talentos tienen que largarse para poder vivir? ¿Por qué no pueden ni siquiera elegir?

*Periodista