En días pasados, toda la prensa, incluida la extremeña, comentó el olvido que aguanta la ciudad de Nueva Orleans, al año del paso de el Katrina , con sus devastadores efectos aún visibles. Se escribió también sobre Guadalajara y la muerte de bomberos, al cumplirse el año de tan terrible suceso. Nosotros también tenemos catástrofes olvidadas: ya hace más de tres años de aquellas terribles horas que nos tocó vivir en Jola y sus efectos continúan visibles, si bien la Naturaleza recupera todo lo que está a su alcance, no es suficiente, se echa en falta lo que el hombre prometió viendo todo calcinado. Sabemos que no es lo mismo predicar que dar trigo , se dijeron y se escribieron promesas incumplidas, físicamente es imposible obligar a nadie, moralmente sí están obligados a ello.

Hay que reconocer que la extensión extremeña es grande, se multiplican los problemas, a veces sin solucionar alguno, reaparece de nuevo en el mismo lugar, caso de Cañaveral. Su alcaldesa ya se manifestó en esta sección.

Subí este año a la torre repetidora de móviles en Sierra Fría, frente a El Pino, subiendo me asaltó el mismo temor de los mariscadores gallegos, si llueve suave y la cantidad de tierra removida se asienta, pues bien, si llueve en cantidad, toda esa tierra removida, junto a pilas de troncos ya resecos, irán hacia abajo, no se sabe cómo y con qué efectos, la parsimonia al ir haciendo cosas, es visible a cada paso. Hemos sentido temor al ver humo sobre zona portuguesa en ocasiones, el viento lo trae y lleva según le parece, todo ello me permite demandar una mayor atención para todos los pueblos de la bonita y olvidada Campiña de Valencia de Alcántara para su entorno aún no recuperado, para no leer lamentarse a sus vecinos más.

Juan Hernández **