Después de arrastrar durante meses una situación extraordinariamente delicada; después de una solución que se dio por alcanzada y que resultó fallida, la cooperativa Caval, de Valdelacalzada, logró en la tarde de ayer un acuerdo con los bancos por el que podrán sortear la disolución de la empresa, capitalizar la actividad de los socios, salir del registro de morosos y reemprender el camino. Es, sin duda, una de esas buenas noticias económicas de las que tan necesitada está la sociedad; es también un gran respiro para el conjunto de los vecinos de Valdelacalzada, toda vez que el núcleo de su economía gira en torno a Caval, de manera que su disolución hubiera supuesto un callejón con difícil salida para el municipio. Pero, tras el respiro del acuerdo --parte del éxito es atribuible a la Junta-- queda lo más difícil, porque los 18,5 millones de euros que los 16 bancos acordaron ayer prestar a los socios de Caval tendrán que ser invertidos en enderezar el rumbo de la compañía, condición indispensable para hacer frente a la deuda de más de 28 millones que ha generado una gestión nefasta. La prevención ante la gerencia poco profesionalizada, ante la falta de controles hacia los gestores --cuyas sospechas de irregularidades han sido llevadas ante el juez-- debería ser una de las imprescindibles enseñanzas que tendrán que sacar de esta experiencia los socios de Caval si no quieren incurrir en los mismos errores que hasta ahora.