A falta de 24 días para los comicios municipales y autonómicos se supone que Vara y Floriano deben de ser conscientes de la oportunidad, tanto para bien como para mal, que tienen por delante. Ya no hay un minuto que perder. Acaso porque, probablemente, la derrota del candidato socialista o del popular pueda significar una debacle de excepcional magnitud.

Analicemos, con derecho al error del diagnóstico, el supuesto de la victoria y fracaso electoral del PSOE y del PP en Extremadura. Más aún cuando tan solo restan diez meses para la celebración de las elecciones generales. Porque, a las puertas del 27 de mayo, nos encontramos ante un reto de gran alcance y contenido político.

En las filas socialistas parece que no cabe duda alguna del triunfo de Vara en las elecciones autonómicas, por lo que ostentaría, desde la continuidad, los laureles de la gobernabilidad regional. Lo que ya de por sí constituiría, para el PSOE, tras el estelar paso de Ibarra , la buena noticia del mantenimiento mayoritario de un electorado que, hasta hoy, le ha sido bastante fiel. ¿Por las siglas? ¿Por el carisma de Ibarra? ¿Por desconfianza hacia los cabezas de lista popular?

XEN TODOx caso pocos podrán negar que si Vara y los suyos pasaran a los escaños de la oposición autonómica, en un feudo y granero de tradicional triunfo socialista, como es el extremeño, cundiría el pánico en sus filas. Y, presumiblemente, habría de correr la sangre. Política, por supuesto. Cambio de presidente, de consejeros, de directores generales, de jefes de gabinete, de jefes de servicios, de muchas nóminas. En suma, un cataclismo, con muchos cientos de afectados, y que, a buen seguro, concluiría en un viraje radical de la ejecutiva regional para el pilotaje del timón ante próximos envites.

Sin embargo desde el cuartel general de los populares, con Floriano al frente, existe esa extraña sensación de la duda y expectación sobre las buenas perspectivas de los resultados que se cocinan en los fogones sociológicos de Génova. Un partido con histórica tradición de perdedor en las autonómicas de nuestra comunidad, con nombres y apellidos, a caballo entre Madrid y Extremadura, y en medio de los cuales las artes y habilidades de Rodríguez Ibarra causaron profundos estragos de los que aún se duelen los populares. Y si el PP logra, por fin, alzarse por primera vez en su trayectoria con la victoria, miel sobre hojuelas para sus gentes. Porque en la pugna electoral, para no engañarnos, las huestes, además de seguir las estrategias de sus líderes, desean ganar y quieren tocar poder. Una parcela que los populares nunca han tenido el placer de saborear.

Y un partido que lleva un cuarto de siglo a la sombra, triturado en las urnas por sus adversarios, debe de analizar, con objetividad, con firmeza y con determinación, qué es lo que acaece en sus pasillos conventuales para ir acumulando derrota tras derrota.

Pero queda la duda del futuro del partido, a nivel regional, si, tras el 27 de mayo, los populares continuasen atascados en el cenagal de la oposición. Porque fuera hace mucho frío, y porque entre sus gentes existe un largo cansancio histórico de ocupar la bancada de la misma oposición. Y veinticuatro años, un cuarto de siglo, con continuados cambios de líder, con resultados desalentadores y con dirigentes carentes de triunfo, más otros cuatro años con el mismo panorama, en caso de perder en mayo próximo, dibujan un horizonte poco halagüeño y falto de expectativas. Porque, quiérase o no, la severidad de las elecciones radica en que tras el recuento de votos no vale decir qué lastima, hemos perdido por un solo diputado. Ni hay victorias amargas ni hay derrotas dulces.

Recordemos que en el camino de estos veinticuatro años de fracaso algunos responsables del PP extremeño salieron del barco, otros deambulan como pueden en las arenas movedizas de la larga travesía del desierto político a la espera de que Rajoy los lleve a la tierra prometida. Otros arrastran el cuerpo dolorido de las desesperanzas. Y la inmensa mayoría soñando, con cuidado, con la gloria de las ocho de la tarde del 27 de mayo. Fecha y hora en que se abren las urnas de la libertad. Y salvo que Floriano alcance la Presidencia de la Junta, en esta ocasión que dicen de oro, mal camino y futuro se les presenta.

¿Qué papel desempeñarán en los votantes las políticas regionales de cada partido, la realidad de nuestra comunidad, las políticas de Gobierno y oposición en Extremadura? ¿Y cómo influirá la extrema tensión y complejidad de los hechos que emanan día a día de la actualidad nacional?

Razones de más por las que Vara y Floriano andan intentando cavar la tumba política del adversario. ¿Cuál será el futuro del que se deje doblegar el pulso, ahora que los dos tienen la frente embadurnada del fragor y la densidad de la batalla política? Un aviso, en todo caso, para navegantes. La respuesta el 27 del próximo mes.

*Periodista