En el ambiente político extremeño se dice estos días con sorna: «Este Cayetano es una mina». Y es que Cayetano Polo, el ex líder de Ciudadanos, antes concejal en Cáceres y después diputado regional en Mérida, ha sido noticia por su fichaje por parte de Infinity Lithium, la empresa que pretende explotar la mina de litio de Valdeflores de Cáceres, la cual ha generado y sigue generando una fuerte oposición ciudadana. Su antiguo partido, a través de su coordinador en Badajoz, Ignacio Gragera, y el nuevo coordinador regional, David Salazar, en una entrevista que hoy publica este periódico, ha afeado esta contratación al considerar que se trata de «una puerta giratoria» en la que un político abandona su actividad pública para pasarse a la empresa privada y aprovecharse así de su anterior ocupación. Sin embargo, Cayetano Polo no lo ve así. Dice que no es una «puerta giratoria» sino «una puerta profesional que se abre después de dejar la política» puesto que él es ingeniero de montes y el puesto se lo ofrecieron cuando ya había dejado el Parlamento. El caso es que este cacereño que entró en política, no olvidemos, para regenerarla, ahora su antiguo partido le acusa de uno de sus grandes males que es aprovecharse de la vida pública para labrarse un currículum con que poder obtener después un mejor empleo.

Es verdad que Cayetano Polo no ha tenido poder ejecutivo en sus anteriores responsabilidades. En su etapa como concejal no formó parte del gobierno de la popular Elena Nevado, opuesta a la mina por cierto, ni tampoco en su etapa como diputado se ha visto en la tesitura de tener que posicionarse desde el punto de vista legislativo sobre la materia. Sin embargo, es verdad que choca que en apenas 40 días pase de ser el líder de un partido político a responsable de relaciones institucionales de una empresa minera que, dicho sea de paso, no necesita para el puesto a un ingeniero de montes que haga proyectos de reforestación, sino a una persona con amplio bagaje político y relaciones, que tenga agenda, le cojan el teléfono los que mandan y, en definitiva, abra puertas en la administración o las instituciones. En definitiva, que si Cayetano Polo no hubiera sido concejal y después diputado (y no se hubiera posicionado a favor del proyecto, al menos dejar actuar a los técnicos como pregonaba), raro sería que hubiera ocupado el puesto, pero ahí está y ahí se quedará porque legal, lo que se dice legal, sí lo es, aunque rechine para algunos o se considere inmoral para otros. Al final, de alguna manera se confirma el dicho popular de que quien entra en política, antes o después, pilla cacho.

De la contratación de Cayetano Polo se obtiene, de todas formas, una conclusión de fondo. Y es que Infinity Lithium no da por concluida la partida. En Cáceres había cundido la opinión de que se había dado carpetazo al proyecto con la oposición del actual gobierno socialista de Luis Salaya y, parejo a ello, el hallazgo de otro filón de litio en el municipio de Cañaveral. Pero nada más lejos de la realidad. Hay mineral en el subsuelo de Valdeflores y la empresa pretende explotarlo sabedor del interés de Europa por desarrollar un modelo de energía limpia que precisa de litio y siendo consciente de que la legislación nacional le ampara aún cuando la administración local está en contra y la autonómica se lava las manos con el argumento de ‘lo que diga el Ayuntamiento’.

Va a haber batalla, eso está claro. Y Cayetano Polo jugará su papel. Lo primero, desterrar la idea de que esto se ha acabado. Después vendrá lo demás, incluido hablar de los beneficios de la explotación. Todo para convencer a aquellos que, sin basarse en criterios medioambientales o siquiera emocionales (la mina estaría a lado del Santuario de la Virgen de la Montaña), dicen que no a la mina por el mero hecho de que así lo defiende la mayoría de la gente.