TStupongamos que usted es un pintor que regala un cuadro a una fundación religiosa, que a su vez lo cede a una iglesia para que sea exhibido por tiempo indeterminado como imagen de culto. Imagine que al cabo de cien años su obra pictórica, a la que no se le ha dado nunca demasiado valor artístico, aunque se la considere digna, propia de un pintor con escuela, se ha deteriorado por el paso del tiempo, y una mujer que no es restauradora, por iniciativa propia y con sus mejores intenciones, la retoca y la echa a perder. ¿Qué pensaría usted? Seguramente no le haría ninguna gracia. Y menos si medio mundo sí ríe la gracia al estropicio.

Sabido es que eso fue lo que ocurrió al pintor Elías García Martínez , autor del eccehomo de Borja, artista de los siglos XIX-XX, profesor de la Escuela de Arte de Zaragoza. Si este hombre pudiera ver ahora su obra, seguramente se horrorizaría, pero no creo que sufriera menos al comprobar hasta dónde puede llegar esta sociedad del siglo XXI, que en vez reprobar la acción de Cecilia Giménez , la autora del destrozo, ha convertido su singular y grotesco eccehomo en objeto de peregrinación y muchas personas se dejan en la ermita sus risas y sus euros.

Pero ya lo que se lleva la palma es que una agencia de publicidad haya ofrecido a la "artista" el puesto de directora de Arte, porque según esta empresa ha sido la autora de la mejor campaña de marketing de 2012. "Con su 'restauración', Cecilia consiguió que Borja se convirtiera en toda una atracción turística. Para nosotros tiene mucho valor lo que hizo porque demostró que con pocos medios se puede hacer una buena campaña" ha manifestado un directivo de la agencia publicitaria. Como si a la buena de Cecilia se le hubiese pasado por la cabeza que su "new eccehomo" iba a ser un bombazo promocional para su pueblo.

De todas formas ha hecho bien la agencia MILVU adelantándose a fichar a Cecilia Giménez, porque de no ser así se exponían a que Esperanza Aguirre, nuevo fichaje de la empresa cazatalentos Seeliger y Conde, se la birlara.